18 de julio de 2009

¿Cómo llega uno a ser lo que es?

"Ecce homo", título de Niesztche para su último libro antes de la locura, traducido del latín como "he aqui el hombre" hace alusión a un texto de la biblia. Muestra el desprecio del autor por la trascendencia. Remite al momento en que Jesús es entregado a Poncio Pilato, se lo presenta cmo un gran rey y mesías a los que él contesta "ecce homo", despectivo, marcando que sólo era uno más de tantos.

Pero adentrándonos en el libro, semi autobiográfico, encontramos un título más importante que el primero: "¿Cómo llega uno a ser lo que es?". Creo que es el sufrimiento, y no la felicidad lo que le hacen a uno ser lo que es. Durante estos procesos uno aprende, crece, madura; si no fuera por las personas, situaciones y -por qué no- objetos que me lastimaron yo no sería quien soy. A todos ellos les agradezco.

Pero volviendo al amigo Friedrich, en su libro presenta al "superhombre", el ecce homo por excelencia, el superhombre no es un dios. Afirma que todos podemos serlo, ya que se trata de un hombre que puede acercarse al abismo de lo desconocido, de la vida, está en contacto con las pasiones del ser humano, no actúa por inercia ni es parte del rebaño. El superhombre no conoce el miedo. A menudo estará solo, pero es ese "el precio por ser uno mismo". Para las personas que nos cruzamos usualmente, el superhomre es un monstruo, un inadaptado, incluso un criminal.

Niesztche afirma que el superhobre resulta entonces temible en su bondad: no duda en golpear o herir en pos de un beneficio a futuro. Son estos golpes -o sufrimientos- lo que hacen que sea lo que es.

Pasando a lo nuestro, hecha la introducción. Por suerte -o no- para mi, sólo llegue a conocer dos personas que me resultaron temibles en su bondad (*). Tan amados y odiados, quizá pueda citar a uno de ellos al decir que "una persona de pesencia fuerte y ausencia fuerte acaba siendo imprescinidible". Pero como en el mundo sensible y/o sublunar las sustancias son corruptibles y temporales nada puede ser imprescindible, ni siquiera nosotros mismos. Aqui de nuevo el superhombre, no está atado a nada; nada le es imprescindible.

Cabe señalar que esta no es una cualidad de los míos, sólo el que resulten temibles. En la teoría el superhombre es una utopía, vocablo latín que significa "no hay tal lugar". En la práctica existe el miedo, la duda, los celos y el odio. Y en algunos momentos somos alguna de esas cosas. Y de repente el temible se acobarda de sí mismo, porque sólo existen miserias "humanas, demasiado humanas".

Recuerdo por cierto la primera vez que con mi pluma y mi espada me enfrenté al miedo. Lo vencí, pero vuelve cada tanto a interrumpir mi camino. Pero cada vez que aparece él es más débil, y yo más fuerte. Cada uno elige qué hacer con las virtudes y miserias humanas que tiene. Elige el camino fácil o el difícil, luchar contra el miedo o doblegarse ante él para evitar salir lastimado, ¿pero no dijimos que eran los momentos de sufrimiento los que nos hacían crecer?

Es este un proceso más de crecimiento. Yo sigo enfrentándome al miedo y la duda (sí, debo admitirlo), y es donde eligo estar, ahora es momento de esperar. Gracias a ustedes por tantos golpes, quizá debería devolverles algunos. Sigo esperando y eligiendo.

Para Niesztche invertimos la ley de la selección natural, sobrevive mejor el más débil, que absorvido por la mayoría se protege en la masa, y el ecce homo queda afuera, más vulnerable a pesar de ser más fuerte.

Cito el siguiente cuento, Los dos reyes y los dos laberintos(**). "(...) en Babilonia me quisiste perder en un laberinto (...). Ahora quiere el Poderoso que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni paredes que te veden el paso".

Los dos laberintos de Borges son la misma cuestión dualista que filósofos y pensadores reflexionaron desde hace tiempo: cuerpo/alma, razón/corazón. Cada uno elige pero lo cierto es que en ambos laberintos vas a perderte. Nada que perder entonces al momento de la elección.



(*) los recuerdo, porque los veo cada vez que saco un billete.
(**) BORGES, Jorge Luis, Los dos reyes y los dos laberintos, incluido en El Aleph. Emecé, Buenos Aires, (?).

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