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14 de marzo de 2013

Los segundos fríos.

Voy arriba del 36, el colectivo con el mejor recorrido, pero el peor servicio del universo. Esta mañana hace bastante frío me asalta el recuerdo -que no tenía nada que ver con nada- de un animalito que tiene la mala costumbre de llenarse las patas de barro y tirarse encima siempre apuntándole a lo más claro, por eso dejé de ponerme el tapado gris perla los fines de semana. Bueno, hoy tampoco me lo puse. Entonces lo noto, son los segundos fríos. Eso quiere decir que empieza el segundo año.
Oh por Dios, ¿cómo pasó tan rápido? ¿Dónde estaba un año atrás? Acá, pero en el 298, escuchando una frase que me acuerdo temblando: voy a hacerlo no porque me lo pidas, sino porque quiero demostrarte con hechos más que con palabras. Esa frase me descolocó. ¿Y antes? Unos meses antes me había exiliado, me fui a esconderme a los campos de La Pampa, con miedo hasta en los huesos, y desconfianza. Gruñéndole como la perra que me manchaba el tapado a cualquier ser humano que se me acercara.
Retrospectiva. Cuánto crecí, cuánto me animé. En algún momento me desesperaba por algo más, pero ¿qué iba a pedir si ni siquiera yo era capaz de más y hubiera salido corriendo? A duras penas era capaz de dormir sin un ojo abierto pensando que me iba a matar mientras durmiera. ¿Confianza eh? Recién ahora, y no era plena, digamos un 90%.
Más, esa palabrita tan cortita y que encerraba tanto. Más. ¿Qué significa? ¿Que ahora tengo menos? No. Tengo casi-todo lo que quiero. Casi, porque siempre podemos mejorar, avanzar y crecer. Casi-todo me había parecido muy poco, pero ahora en retrospectiva que me doy cuenta cuánto crecí, este casi-todo me parecía un inmenso regalo.
Sonrío como una boba pensando que tomé tanta veces este colectivo que tengo más recuerdos arriba de él que en mi propia casa. Miro por la ventana. Uf, recién por acá. Me espera un camino largo. Un camino largo pero feliz, el camino es el más. Sonrío, sigamos.

19 de febrero de 2013

Ella siempre dando la tecla

Saco el boleto sólo tres minutos antes de que llegue el tren y sé que debo apresurarme hasta el andén. Pensaba en Ágata, mi compañera de trabajo en la fábrica por los últimos cuatro años. Suspiré, ella siempre dando la tecla. A veces le agarraban ataques de desprestigiarme, atacarme y decirme que todo era culpa mía; y otra veces, como hoy, se rendía a una piadosa adoración hacia mí y se deshacía en ofrecimientos y ayudas. De todas formas, siempre intentaba llamar la atención, y eso a esta altura del partido me pone de los nervios.
El tren llega vacío a la estación y mi cansancio salta de satisfacción. Me acomodo en un asiento, mirando los antiguos y modernos paisajes del centro de Munich hasta salir, hasta las afueras donde vivo. Saco el espejo, me acomodo el largo cabello, mis pestañas finamente tenidas de negro, y con un pañuelo me retoco las ojeras. Adler me espera para ir al cine y quiero verme presentable para él. Ya hacía casi un año que estábamos juntos y el recuerdo del tiempo transcurrido me arranca una sonrisa boba.
Vuelvo a Ágata. Yo sé que está enamorada de mí, pero nunca lo hablé con ella. No me interesa, es mi amiga sí, pero mi amiga del trabajo y no sé si pudieramos ser amigas fuera de él. Y por eso actuaba de esa forma tan ciclotímica. Me amaba y a la vez me odiaba, y se odiaba por amarme porque había crecido rodeada de conservadurismo y estaba prohibido albergar sentimientos hacia otra mujer. Una vez, perdida de borracha, había admitido que tenía un grave problema de intolerancia. Y no sólo hacia las identidades sexuales diferentes, sino hacia todo lo diferente. Ese día dije para mis adentros que ya nos habíamos dado cuenta, que Ágata era la persona más prejuiciosa de toda Europa.
Vuelvo a pensar en el buenazo de Adler, que me esperaba en el lugar que Ágata siempre quiso ocupar, para llevarme de la mano por las calles como ella nunca se atrevería a hacer. Lo recuerdo el domingo por la mañana, se había despertado antes que yo y me despertó con las yemas de sus dedos siguiendo las curvas de mi espalda, mientras me llamaba preciosa Eva, mi Eva, y soy yo.
Vuelvo a sonreír como una tonta, recodando ese momento felíz, cuando me asalta el pensamiento de que Ágata quisiera ser la protagonista. Pero no podía permitirse siquiera imaginarlo, por sus prejuicios conservadores. Estamos ya en el siglo XXIII maldita sea, creo que eso ya lo superamos hace 200 años como mínimo. Pero ella no, su familia entera se quedó por allá en 1920 o incluso antes.
Vuelvo a sonreír, esta vez con picardía. Eva, mi Eva, si Ágata supera como jugamos seguro le da un infarto, escapa de todo lo que ella cataloga como "bueno" y como "correcto" o hasta como "normal". Pero ya no existen los normales, ni lo correcto ni lo incorrecto, sino que cada persona es un mundo y puede hacer, mientras no joda a nadie, más o menos lo que se le antoje. Siento pena de que Ágata no pueda ser libre por sus prejuicios. Si ella fuera diferente, quizá hasta la invitaría a jugar con nosotros.
Los árboles pasaban con velocidad por el cristal de la ventana del tren y pienso en la primera vez que Ágata conoció a Adler. Al enterarse de dónde había nacido, al enterarse que él ya había estado casado antes,  dobló la nariz en una mueca de desaprobación. Sólo comenzó a caerle bien cuando se enteró que su hermano y su padre eran importantes funcionarios. Eso es un prejuicio, siempre lo ví así, pero ahora estoy pensando que es una apatía mortal porque él podía tenerme y amarme como ella no podría.
Me encogí de hombros, ya estaba cansada de lidiar todos los días con la ciclotimia de Ágata. No es mi batalla. No es mi batalla. Lo repito para mis adentros como un mantra mientras el tren se detiene en la estación y dejo olvidado en el asiento el recuerdo de mi enamorada.

20 de enero de 2010

Fotografías - Viajando

"Las ruinas" en el camino de Los túneles


Esta foto me encanta, salió de casualidad en un cuasi milagro de Nikon. El cielo nublado le da un contraste especial. Un poco más adelante llegábamos a La Rioja, es como un puente hacia la nada pero ruina.

"Yuyos" en el camino a Los Túneles


Los yuyos brillan más que el cielo, quizá el sol se confundió.

"Tranquera" en el camino de las Altas Cumbres


"Bienvenido" dirían algunos, o "enjaulado" dirían otros; depende de donde se mire.

"Rutas argentinas" camino de las Altas Cumbres


Si le ponía el sol al final de la ruta parece el final de una película yanqui. Pero no había sol.

"Inmensidad" camino de las Altas Cumbres


Será la falta de contaminación de las montañas o el hecho de que tiene alto contraste; pero el cielo parece más azul que en la ciudad.

"Florcita" en la Quebrada del Toro Muerto


Hubo algo una vez que siempre quise hacer: sacar una foto macro
bien hecha con la compacta y que el fondo salga distorcionado. No lo podía creer :).


"La cima" camino a Los Túneles


Oh yeah, estoy en la cima del mundo; veo La Rioja y si hubiera menos nubes,
la Pre-Cordillera.


"Ventana al cielo" en Los Túneles


El nombre lo dice todo, ¿para qué explicar más?

"En la cornisa" en Los Túneles


Tanta gente dice cómodamente en sus casas vivir experiencias "al límite" diariamente.
Pero este arbolito realmente vive al límite; que maravilloso.

"Precaución: camino sinuoso" en Los Túneles


Pero de tan sinuoso te llena de aventuras, como la vida.

"Vacío" en Dique La Viña


Increíble pero le faltaban 18 metros de agua.

"Retro mix" en la Cascada del Toro Muerto


Con el filtro marrón me hace acordar a las vacaciones de los Campanelli
o a una foto setentosa.


"Fluye" en la Quebrada del Toro Muerto


Congelada para siempre pero sin hacer cubitos; hay que dejar fluir las cosas
naturalmente.


"Desde arriba" en la Quebrada del Toro Muerto


Listo, como una postal. Otra con macro, mi dia de suerte.

"Retro road" en la Quebrada del Toro Muerto


Más vacaciones setentosas; ojo que aparece mi papá con pelo :O

"Primer bastión" en el camino de las Altas Cumbres


Nombre robado a cientos de kilómetros por tierra y unos cuantos
más sobre el mar, una imagen dice más que mil palabras: un saludo.


Una canción para cerrar el post:

"Cuidado no soy tu amigo,
viajamos juntos alguna vez".

"A la noche yo tengo frío"

la rubia dijo y se echó a correr

es que quiere alguien que esté con ella

y que le dé un poco mas de bola

le pidió un regalo a los reyes:
un hombre que nunca, pero nunca la deje sola


Dijo de ahora en mas viviré viajando

lejos de todo lo que me hace mal

lejos esta lo que yo estoy buscando.

23 de septiembre de 2009

Sueño delirante de lunes a la noche.


Me encontraba a las 3 de la mañana en el bondi "Suite de Viamonte" viendo la lluvia caer, unas gotas de un litro pegando contra la ventana, mientras la turbulencia a lo avión hacía mover la cama semi suite. Escuchaba a una vieja rezar, y la chica que ocupaba una fila delante mío decía "La concha de la lora, ¡estoy re cagada!". Y mientras compañera de aventuras y pensaba "Voy a dormir, total si me muero, me muero dormida y no sufro.." Entonces empecé a rezar por primera vez en meses, de la misma manera particular y falta de dogma que todas las raras veces que lo hago. Que miedo.

Y de repente me cruzo hacer una retrospectiva de todas las cosas increíbles, intensas y extrañas que habían pasado en todo este año. Pero no tiene sentido ponerlo aca, porque algunas reflexiones las comparto; pero otras son mías arraigadas en lo más hondo del mar de cosas increíbles, intensas y extrañas que (me)(nos) pasan; porque ellas me eligieron a mí para ser mías.. y a veces de la Lic. Dani.

Soñaba en la turbulencia del bondi que iba caminando por Leandro Niceforo esperando el colectivo rojo, pero no era rojo sino verde pino. Ahí abajo en las galerías vive una familia de linyeras, que tienen cara de malos y estaba oscuro; asi que caminé una cuadra hasta las dársenas de Retiro. Ahi me encuentro a un aractivo negro con acento caribeño que me pide monedas para viajar y obvio se las doy; charlamos un rato de bueyes perdidos y peces de colores y de repente hace "tilín tilín" y desaparece, pero no importa porque era el fantasma del humo de la vendedora gorda que está en la dársena al lado mío. Creo que no me reconoció. O si, pero no se le canta hablarme. Mejor para mi, no la soporto; pero me saca de quicio que el agradable y guapo caribeño haya sido un fantasma con aroma a dolor de cabeza... ¡y encima se llevó mis monedas!

Luego cambia el panorama, estoy en un sótano con cajas de libros que nunca vieron a un lector; nuevos pero amarillos -violetas- con tapas de cartón arrugado. Estoy hablando con otra mujer, con cara de pollito mojado; y estoy enojada. Miro la escena desde arriba, como un espectador en un cine. No me importa lo que hagas, yo igual te querré -le decía- ya sos grandecita, tenés pelitos, y si querés hacer de tu culo un pito y de su pito una matraca hacelo. Pero hay dos cosas que me rompen las bolas: una que nos heches la culpa de algo que primero es irreal, y segundo que de ser real dependería pura y exclusivamente de vos. Otra, que nos dejes hablando solas y nos evites cual un ex que no querés cruzarte. La chica me mira, quiere gritarme y despotricar contra mí, pero no lo hace porque su pepe grillo se lo impide.

La escena se transfigura de nuevo, y sigo viendo brillitos de miradas pero no le presto atención porque seguro seguro sigue siendo el fantasma del humo que a veces se materializa. Vuelvo al country donde el cuerpo de Pablo Echarri flota en la pileta. Aunque está abajo del agua su cabellera está intacta como sobre el agua y sin viento, como un maniquí. Que malos efectos de cámaras tenía mi sueño. Mi compañera llora la muerte del tano, ahora no puede morderle el cuello y chuparle la sangre. Hay un chico flaco de cintura fina, casi femenina, con traje de lentejuelas que bailaba sobre patines profesionales al ritmo de "Don't stop me now / I'm having such a good time / I'm a sex machine ready to reload". Era muy rústico. Sobre la mesa estaba el kit goloso, incluye 100 gramos de caramelos de menta, 15 biznikes de tipos variados, 10 chocolates cadburdy con cereales y frutilla, al caribeño de la primera parte, y una reserva de suite presidencial en la colectora de Panamericana. No gracias -le dije- sólo las golosinas por favor. Me sonrió y desapareció. No me dió las golosinas, que mala onda.

Me desperté en Retiro, me puse las zapatillas y nos tomamos un taxi mientras le dábamos el pésame a Nancy por la muerte de Pablo. Hacía mucho frío y me tembalaban las patas; el bolso era un poco más liviano que cuando lo había empacado. Debía ser porque había tenido la brillante idea de dividir el peso en bolsos separados y me olvidaba convenientemente algunos en las estaciones de tren. Tomé un café cargadito para despertarme pero no había medialunas.. ¡re darían!. Pero adentro de mi bolso liviano tenía los 100 gramos de caramelos, y me comía uno mientras pensaba "mmm... ¡caramelos materializados!"







1 de septiembre de 2009

Contrastes

Quizá sea el hecho de la melanciolía del 150 por la mañana gris, mientras paseaba por lugares tan bellos de la capital como la puerta de la Villa 11114, o la estación Saenz de la también bellísima LBS (Belgrano Sur), pero me dieron ganas de escribir un poco, describir el paisaje. Las personas cuando llegan al centro usualmente no se fijan en dónde están parados, solos y rodeados de gente, la idea era ilustrar el con algunas palabras.

La primera impresión siempre es a las 10 cuadras de salir de casa a las 7.45 la impresionante cantidad de niños que salen de la Villa 20 para cruzar la avenida (sin mirar si vienen autos, y los padres menos), con su guardapolvito grisaceo y sus alpargatas con agujeros para ir al colegio; o para tomar el premetro hasta Plaza de los Virrelles recontra hacinadísimos.

Segunda, no menos triste, atrás de la cancha cuerva nos encontramos con el mismo parámetro pero a la décima potencia; y a los niños con guardapolvo se le agregan los "morloks" que salen esta vez de día, quizá luego de una noche agitada, con cara de malos.

Pero pasamos la parte triste y llegamos a Nueva Pompeya, "barrio de tango", por la llamada "Esquina Manoblanca" por un célebre tango que se escribió ahi (suponemos) en Tabaré y Del Barco Centenra. La avenida Saenz con su homónima estación, con sus edificios, trenes, autos y colectivos grises y deslucidos; y con el cielo encapotado a lo londinense lo hace más gris todavía.

Monteagudo, Pedro Chutro, Los Patos, Avenida Caseros y el cuidadísimo hospital de Gastroenterología Dr. Bonorino. Que irónico que a los pobres jubilados que no pueden ni moverse deban subir una escalera que quizá en algún momento lució como mármol que nunca conoció un lustre. Y en la puerta del hospital de gastroenterología el tristemente célebre vendedor de garrapiñadas y su compañero de los mediodías el vendedor de choripanes. Que buen lugar habrán elegido para vender.

Avenida Entre Ríos... notamos que después de Avenida San Juan empieza "el" centro propiamente dicho. Uno se pregunta de donde salieron tan de repente tanta gente y movimientos. Independencia, Belgrano... ¡Rivadavia! y el hermoso monumento de estilo romano que es símbolo del barrio, el Congreso Nacional. Con sus columnas, sus vallas y su cúpula verde... una vez me contaron que de noche se prendía, pero nunca lo vi. Debe hacer mucho.

Y ahora empieza el bullicio máximo donde para hacer 10 cuadras se tarda 25 minutos. Todo el mundo quiere llegar 5 segundos antes que el vecino. Si hay suerte y lo' muchacho' no están manifestando ni acampando ni rompiendo nada. Pero como no hay mal que dure 100 años, ni en el centro mucho menos que dure 100 cuadras, pasando Avenida Corrientes notamos que de repente llegamos al "norte". Lugares bonitos y tradicionales, pintorescos, donde todo el mundo pretende ser muy fino, educado, responsable y serio. Como si enfrente no estuviera el Colegio Normal Sarmieto que tiene riesgo de derrumbe. No se alarme doña, si a su hijo le cae un pedazo de techo en la cabeza será pura coincidencia.

En Callao y Tucumán vive un linyera que es muy gordo, y siempre come choripanes en la puerta de la ostentosa iglesia jesuita charlando con su mejor amigo el policía de la esquina (que también come choripan). El linyera escucha un mp5 colgado al cuello. En Callao y Córdoba vive un señor en la puerta de una panadería que no tiene ni para vestirse, tiene un taparrabos o lo que sea, y cuando hace mucho frío a la mañana se cubre los pies con brea y se hace una pelotita hasta que abre la panadería y dueño -un viejo flaco con cara de pocos amigos- lo echa. Le pasamos por al lado como si no lo viéramos. Debe ser que nos da vergüenza ver los contrastes de la realidad en la misma ciudad.

Hay también varios monumentos. En esa esquina está Cornelio Saavedra, el eterno amigo de las palomas. Y a una cuadra el amigo Marcelo T. de Alvear, junto con el también ostentoso Palacio Pizurno, supuesto Ministerio de Educación donde usualmente se juntan los chicos que se ratean del colegio a hacer un picnic improvisado con unas cervezas.

Pero las personas siguen corriendo por inercia para llegar 5 segundos antes, sin mirar donde están parados y llevándose puesto todo lo que se cruce en su camino, para no perder de nuevo el ramal del cartel verde. Y si otra vez no me para a las 13.25 lo voy a denunciar, porque si yo lo paro el bendito colectivo tiene que parar, o eso me enseñaron en educación vial en la primaria. Bueno total de todo lo que me enseñaron en el colegio, muy poco está reflejado en la realidad del paisaje.




20 de agosto de 2009

Viaje

Cada algunos cientos de años voy a hacer un viaje por la Tierra Media, creo que me sirve para aprender ciertas cosas y aunque vuelvo casi siempre con las manos vacías mi cabeza y mi corazón vuelven llenos de experiencias.

La partida suele ser difícil, yo no soy tan desprendida como mi padre y para emprender un viaje por lugares desconocidos con una duración indeterminada debía armarme de valor. Pero incluso más complicado que la partida es la vuelta. Primero, decidir cuando es el momento, luego buscar el camino de vuelta.

Casi religiosamente hay una constante en todos mis viajes, y es cruzarme con el dragón del miedo y la duda. En uno de mis viajes un sabio guerrero me dijo "cada vez que lo veas, vos vas a ser más fuerte, y él más débil" (creo que ya lo había dicho en otro post!). Creo que eso funcionó para él, pero no para mi. El dragón tiene cada vez formas diferentes, ¿cómo podría entonces encontrar sus debilidades? Pero a pesar de todo me enorgullece decir que tarde o temprano siempre cae y aunque él no sea más débil, yo si soy más fuerte.

Siempre aparece el dragón con el mismo argumento, "¿qué es aquello que buscás tan fervientemente como para soportar tantas penurias? Abandoná, cortala, no ganás nada, y hay cerveza gratis". Me hace reír, pobre, como si fuera a vender mis principios y mis ideale spor tan poca cosa.

Creo que algunas veces pienso en llegar a tal punto planeado en el itinerario de mi viaje que no veo el sendero por el que transito. Me dijo un mago que ese es un error muy común en elfos y hombres. A veces sólo con levantar la vista del suelo y observar el paisaje podés saber donde te estás metiendo. De esa forma lo que te encuentres no te va a agarrar tan desprevenido.

El sendero siempre lleva de un estado determinado a otro mejor, aunque a veces no se comprenda del todo. Fue ese mismo personaje que me dijo que cuando volviera atrás por el mismo camino encontraría celosa, envidias, miedos, dudas, mentiras, todo aquello que somos a veces pero que nos gustaría dejar atrás.

Bestias, pájaros, elfos, hombres y fantasmas me acompañan ocasionalmente en mi viaje. Algunos por horas o días, otros por meses o años. Porque para eso voy, para aprender de lo que me encuentre. A medida que avanzamos dejamos atrás lo conocido, de otra forma no podemos alcanzar lo desconocido. Esto es desprenderse de juicios o identidades o valores.

Entonces lo que surge es que lo que considero malo o injusto es una ilusión en mi cabeza. Veamos un ejemplo: si creo en el dragón del miedo y la duda le doy el poder de quemarme. Si no existe, no puede. Sucede que todo lo que hay en el universo, tangible o no, está hecho de la misma materia prima. Todos somos iguales, somos uno, somos princesa, mago, árbol y arrollo. Cuando comprendemos eso somos libres de ir a donde queramos, y recién ahi encontrar el camino de "regreso", porque después de un aprendizaje no se puede volver al punto de partida, solo adelante.

Rosario y Santa Fé - Fotos


Ruta 11
Alineación al centro


Fuente en el Parque Garay


Lago del Parque Garay


Monumento a la bandera desde atrás


Monumento a la bandera desde adelante

Soundtrack


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