3 de junio de 2011

Humanos, demasiado humanos (de Nietzsche)

"¿Cómo se llega a ser lo que es?"

"¿Por qué soy tan sabio? ¿Por qué soy tan inteligente? ¿Por qué escribo libros tan buenos?" "Humano, demasiado humano es el monumento de una crisis. Dice de sí mismo que es un libro para espíritus libres: casi cada una de sus frases expresa una victoria - con él me liberé de lo que no pertenecía a mi naturaleza. No pertenece a ella el idealismo: el título dice «donde vosotros veis cosas ideales, veo yo ¡cosas humanas, ay, sólo demasiado humanas!» Yo conozco mejor al hombre. La expresión «espíritu libre» quiere ser entendida aquí en este único sentido: un espíritu devenido libre, que ha vuelto a tomar posesión de sí.

"Es de noche: ahora hablan más fuerte todos los surtidores. Y también mi alma es un surtidor. Es de noche: sólo ahora se despiertan todas las canciones de los amantes. Y también mi alma es la canción de un amante. En mí hay algo insaciado, insaciable, que quiere hablar. En mí hay un ansia de amor que habla asimismo el lenguaje del amor. Luz soy yo: ¡ay, si fuera noche! Pero ésta es mi soledad, el estar circundado de luz. ¡Ay, si yo fuese oscuro y nocturno! ¡Cómo iba a sorber los pechos de la luz! ¡Y aun a vosotras iba a bendecios, a vosotras estrellitas centelleantes y gusanos relucientes allá arriba!- y a ser dichoso por vues tros regalos de luz. Pero yo vivo dentro de mi propia luz, yo reabsorbo en mí todas las llamas que de mí salen. No conozco la felicidad del que toma; y a menudo he soñado que robar tiene que ser aún más dichoso que tomar

"¿Por qué soy yo un destino?... y quien tiene que ser un creador en el bien y en el mal: en verdad, ése tiene que ser antes un aniquilador y quebrantar valores. Por eso el mal sumo forma parte de la bondad suma: mas ésa es la bondad creadora. (...) Ésta es mi duda respecto a vosotros y mi secreto reír: ¡apuesto a que a mi superhombre lo llamaríais - demonio! ¡Tan extraños sois a lo grande en vuestra alma que el superhombre os resultará temible en su bondad!”Finalmente –es lo más horrible– en el concepto de hombre bueno, la defensa de todo lo débil, enfermo, mal constituido, sufriente a causa de sí mismo, de todo aquello que debe perecer, invertida la ley de la selección, convertida en un ideal la contradicción del hombre orgulloso y bien constituido, del que dice sí, del que está seguro del futuro, del que garantiza el futuro hombre que ahora es llamado el malvado. ¡Y todo esto fue creído como moral! - Écrasez Pinfáme! [Aplastada la infame].

FN.

Confesión

Unos días después de que escribí la argumentación sobre el 150 la línea pasó a otra empresa, quienes quitaron el servicio al cual hago referencia. Por lo cual mi texto completo carece de cualquier tipo de sentido, disculpen.

Garcas

Sólo una cosa puedo decir, la fotocopiadora de Córdoba es MUY garca, hacerme esperar una hora por unas hojitas mientras prácticamente están sentados arriba de las máquinas, fundanse. Chau.

20 de mayo de 2011

"Pudimos tenerlo todo"

Post scriptum: me dijeron una vez que para comprender realmente algunas historias de vida hay que ponerse en el lugar del otro, y la mejor manera para nosotros, periodistas, será escribir como si fuéramos ellos. “Seguramente vas a hacerlo desde tu corazón” había dicho mi comprensiva fuente. Entonces decidí empezar por esta historia que personalmente me provoca un torbellino: a veces ira, a veces incertidumbre. Bastará saber que en estos nueve años, desde que me lo dijeron al oído como quien confiesa un secreto a voces: el protagonista no puede saber que yo lo sé; respondí muchas de las preguntas que me intrigaban. Pero hay una sola que sigue sin respuesta, y posiblemente seguirá siempre: ¿Por qué? Luego de mucho meditar consideré que sería un error poner referencias que permitan situar en lugar de quién estoy hablando. Pero invito a esa persona a leerme –o leerse-, y quizá algún día escuchar el sonido de la otra campana.


I know I can't take one more step towards you

Cause all that's waiting is regret

And don't you know I'm not your ghost anymore

You lost the love I loved the most.

“Jar of hearts”


“Quisiera poder atarte a mis zapatos para que sepas lo que es sentirse miserable, lo que es vivir media vida. Y no hablo de vivir a medias, sino media vida. Porque aquí está mi cuerpo, pero he perdido mi alma en los fuegos oscuros del infierno para siempre. Se que estás ahí, y te llevaste mi alma contigo, porque quienes mueren en pecado mortal no tienen más opción que ir al infierno. Tantos días escuchando al sacerdote contándome que no matarás, sabiendo tu fatídico destino y rezando a Dios para que te saque de ahí. Pero tus pecados no pueden ser, lamentablemente, expiados por mis súplicas. Hace casi treinta años te regalé mi alma para cobijarla en tu pecho, protegiéndome, criando cachorros, haciéndote eternamente el amor. Nunca pude dejar de amarte, claro está, ¿crees que la gente se de cuenta? Seguro que sí, los chicos ya son grandes. Pero tampoco puedo decirles que te veo todos los días, con los ojos abiertos, te hablo con toda la fuerza de mi voz; por supuesto cuando nadie me escucha. Creerían que estoy loca. Sos el espíritu que ronda en mi casa, el único que sabe a ciencia cierta lo que me pasa. Por eso yo, también voy a morirme en esta casa, para que nuestros fantasmas recorran juntos los campos dorados celestiales.

¿Quién te crees que fuiste? Corriendo por ahí dejando cicatrices, arruinando mi vida, carcomiéndome. Se que tener un cuerpo vacío, sin alma, ha hecho estragos en mi aspecto. ¿Quién te crees que sos? Acostándote por las noches a mi lado después de robarte mi alma. Pudimos tenerlo todo: una casa hermosa, niños bien educados y alimentados corriendo por el jardín lleno de flores. Pero lo arruinaste todo, por tu culpa, por tu culpa, por tu grandísima culpa. No, no pienso eso, mil perdones, sigo por siempre enamorada de vos, décadas después. Y al final del día, no puedo culpar a nadie más que a mí. Y eso me pudre por adentro, pero nunca voy a admitirlo frente a otro ser humano. Sólo vos podés saberlo, mi rey fantasma. Necesito para seguir viviendo todo el amor que pueda recolectar de mi familia –amigos, se fueron- los que quedan, para nutrir temporalmente mi cuerpo desalmado. Aprobación permanente y compañía. La soledad me hace volver a hablarte y estoy demasiado ofendida como para hablar con vos. No, mentira, siempre voy a amarte aunque nos separen los planos, porque como una vez me dijo hace muchos años un compañero de secundaria “el amor verdadero dura para siempre”. Volvé a hablarme cuando quieras, siempre voy a escucharte, pero el día que atravieses caminando el umbral de nuestra casa, que sea para llevarme a caminar de tu mano.

11 de mayo de 2011

Fantasmagórico

A partir de hoy soy ghostwriter.
Te puedo morder el cachete?
Ayy hace cosquillitas!
Sí, esto pasó recién jajaaja

Naufragio en los mares porteños.

Cuando era pequeña no solía alejarme demasiado de mi barrio, y mucho menos 6por mis propios medios. Pero pasando los años tuve que acostumbrarme a una rutina de la que la mayoría de las personas reniegan: viajar al centro todos los días. Quedé deslumbrada por la variedad de personajes extraños y absurdos que resaltaban de entre los demás, los que llamaríamos “la gente común”. Hoy por ejemplo, esperando el colectivo me crucé una voluptuosa dominicana con el cabello hasta las rodillas, con miles de trenzas finas como agujas de un color champagne. Nunca en mi humilde y periférico barrio encontraría un personaje tan particular como ella. Pero será personaje de otra historia.

Por cierto, he notado que la mayoría de la gente común odia viajar al centro, pero yo encuentro los transportes públicos terriblemente inspiradores. Como uno no tiene nada mejor que hacer, el pensamiento vuela. Además es en colectivos, subtes y trenes donde se encuentran los personajes más raros entre lo raro, más absurdos entre lo absurdo. A veces, cuando me encuentro en mi camino con uno de ellos, me gusta imaginarme sobre su historia; me pregunto sobre su pasado, su familia, sus amigos, qué estará pensando.

Y fue justamente en una de esas situaciones cuando la vi: una dama distinguidísima, coqueta y de honorable doble apellido. Siempre estaba maquillada en exceso y con su tapado de visón y zapatos dorados con un pequeño taco. Me preguntaba cómo podía encontrarla ahí, arriba del colectivo 150; y no en un Rolls Royce o Mercedes Benz camino a su impecable casona en la Avenida Alvear. Se mostraba con la mirada ausente y añorante, con la sombra de la soledad sobre ella. Mientras pensaba todo esto, tuve que bajarme.

Pero no sería la última vez en verla. Días más tarde volví a verla, caminando por Callao con la mirada al frente y la nariz parada, claqueando con sus tacos dorados. Por supuesto ni me miró, no tenía idea que esa fugaz mirada había sido nuestro segundo encuentro. Me desconcertaba y me intrigaba la historia de esa señora que debía rondar los ochenta años. Parecida perdida, siempre sola, como naufragada en los mares de Congreso. En cierto modo cuando uno recorre ese barrio suele estar solo y ser una isla junto con todas las personas-islas que a nuestro alrededor caminan apresurados, preocupados sólo por sus cosas. Pero ella era menos incluso que una isla como la gente normal. No, era un naufragio.

Unas semanas después volví a encontrarme a esta distinguida dama, de nuevo en el 150. Yo solía sentarme adelante y charlar con el colectivero, un tipo conversador, bocón y mujeriego; pero sin pagar el boleto. Entonces la doña se sentó a mi lado, y se entrometió descaradamente en la conversación, como quien hace mucho que no habla con nadie y necesita desesperadamente contacto humano. Conservaba un deformado tono español, y para mi sorpresa y alivio, puesto que estaba intrigada, me contó su historia.

Me contó que era parte de la aristocracia madrileña, había vivido en una casona cerca de los teatros de la Gran Vía y estaba casada con un honorable señor de alta alcurnia, que casualmente había sido compañero de Franco en su entrenamiento militar. Como eran grandes amigos, el generalísimo le regaló cientos de hectáreas en La Pampa. Entonces a fines de los sesenta, la clase alta española pasó a la clase alta argentina, en una bonita casona casi mansión en Recoleta. Mencionó que había ido de vacaciones a París, todavía noviando, y encargó su retrato de compromiso a Henri Cartier-Bresson. Al oír eso mis ojos se abrieron como platos, ¡lo que hubiera dado yo por conocer al padre del fotoperiodismo! Pero el tiempo me apremiaba y tuve que bajarme del 150 y del pasado de la señora. Noté mientras caminaba hacia la puerta, que seguía hablando al aire como si yo siguiera allí sentada, como si nunca le hubiera dado los buenos días, despidiéndome.

Pobre, estaba un poco loca la señora, pensé. Supuse que su historia sería verídica, pero ella seguía allí sin notar que Callao no era la Gran Vía, que el colectivo no era su Rolls Royce, que su familia se había marchado mucho tiempo atrás, y que ella ya no era ella. Debía haber sido muy linda, pero ahora se trataba de un espectáculo tragicómico ambulante. Su maquillaje era -no encuentro otra palabra y podría parecer despectiva- grotesco: la base de color mandarina adicionada con un delineador que había quedado muy lejos de los ojos y un rouge demasiado lejos de los labios. El cabello era de un negro profundísimo, un color imposible en la naturaleza, pero con evidentes raíces blancas y algunos agujeros faltos de hebras. El tapado de visón tenía el mismo problema que el cabello, los agujeros de la miseria y soledad no podían disimularse.

Se había quedado a vivir en España, en 1968, en esa casona de la Gran Vía con sus tapados de piel y su marido siempre con frac de Armani. Supongo que es lo que puede darte la extrema miseria, no sólo económica sino además física y espiritual. Sola hasta la locura no pudo parar de refugiarse en sus lejanos años felices. Y hasta podía verse en sus ojos esa joven rica que había crecido al lado del fascismo y lo celebraba mientras se sentaba a la mesa con Franco a beber vino mendocino; cuya única tarea era ser una esposa de adorno.

Otra vez la vi hablando con el fantasma de su marido en una esquina de Rodriguez Peña. No valía la pena preguntarle cómo había perdido todo, ella no tenía idea de quien era yo, o de dónde había salido. Suspiré y tomé apresurada el colectivo. Meses después la vi por última vez, yo iba en el 28 hacia Plaza de Mayo, y pude ver cuando cruzaba el umbral de su lujosa mansión de antaño: una pensión de mala muerte en Lima y Brasil, hundida en los mares de Constitución.

7 de enero de 2011

Great!

Cuando mejor estoy, cuando menos escribo.
Nunca pensé que el 2010 iba a terminar así, habiendo empezado muy asá.
Como fuegos artificiales dorados en el medio de la noche
Como una brisa fresca en un atardecer en la playa
Como un submarino en invierno, mezclado con arcoiris
Como un besito en el cuello o una rascadita atrás de la oreja.
Como una canción que te pone la piel de gallina.
Que bien que bien ^^

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