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11 de mayo de 2011

Naufragio en los mares porteños.

Cuando era pequeña no solía alejarme demasiado de mi barrio, y mucho menos 6por mis propios medios. Pero pasando los años tuve que acostumbrarme a una rutina de la que la mayoría de las personas reniegan: viajar al centro todos los días. Quedé deslumbrada por la variedad de personajes extraños y absurdos que resaltaban de entre los demás, los que llamaríamos “la gente común”. Hoy por ejemplo, esperando el colectivo me crucé una voluptuosa dominicana con el cabello hasta las rodillas, con miles de trenzas finas como agujas de un color champagne. Nunca en mi humilde y periférico barrio encontraría un personaje tan particular como ella. Pero será personaje de otra historia.

Por cierto, he notado que la mayoría de la gente común odia viajar al centro, pero yo encuentro los transportes públicos terriblemente inspiradores. Como uno no tiene nada mejor que hacer, el pensamiento vuela. Además es en colectivos, subtes y trenes donde se encuentran los personajes más raros entre lo raro, más absurdos entre lo absurdo. A veces, cuando me encuentro en mi camino con uno de ellos, me gusta imaginarme sobre su historia; me pregunto sobre su pasado, su familia, sus amigos, qué estará pensando.

Y fue justamente en una de esas situaciones cuando la vi: una dama distinguidísima, coqueta y de honorable doble apellido. Siempre estaba maquillada en exceso y con su tapado de visón y zapatos dorados con un pequeño taco. Me preguntaba cómo podía encontrarla ahí, arriba del colectivo 150; y no en un Rolls Royce o Mercedes Benz camino a su impecable casona en la Avenida Alvear. Se mostraba con la mirada ausente y añorante, con la sombra de la soledad sobre ella. Mientras pensaba todo esto, tuve que bajarme.

Pero no sería la última vez en verla. Días más tarde volví a verla, caminando por Callao con la mirada al frente y la nariz parada, claqueando con sus tacos dorados. Por supuesto ni me miró, no tenía idea que esa fugaz mirada había sido nuestro segundo encuentro. Me desconcertaba y me intrigaba la historia de esa señora que debía rondar los ochenta años. Parecida perdida, siempre sola, como naufragada en los mares de Congreso. En cierto modo cuando uno recorre ese barrio suele estar solo y ser una isla junto con todas las personas-islas que a nuestro alrededor caminan apresurados, preocupados sólo por sus cosas. Pero ella era menos incluso que una isla como la gente normal. No, era un naufragio.

Unas semanas después volví a encontrarme a esta distinguida dama, de nuevo en el 150. Yo solía sentarme adelante y charlar con el colectivero, un tipo conversador, bocón y mujeriego; pero sin pagar el boleto. Entonces la doña se sentó a mi lado, y se entrometió descaradamente en la conversación, como quien hace mucho que no habla con nadie y necesita desesperadamente contacto humano. Conservaba un deformado tono español, y para mi sorpresa y alivio, puesto que estaba intrigada, me contó su historia.

Me contó que era parte de la aristocracia madrileña, había vivido en una casona cerca de los teatros de la Gran Vía y estaba casada con un honorable señor de alta alcurnia, que casualmente había sido compañero de Franco en su entrenamiento militar. Como eran grandes amigos, el generalísimo le regaló cientos de hectáreas en La Pampa. Entonces a fines de los sesenta, la clase alta española pasó a la clase alta argentina, en una bonita casona casi mansión en Recoleta. Mencionó que había ido de vacaciones a París, todavía noviando, y encargó su retrato de compromiso a Henri Cartier-Bresson. Al oír eso mis ojos se abrieron como platos, ¡lo que hubiera dado yo por conocer al padre del fotoperiodismo! Pero el tiempo me apremiaba y tuve que bajarme del 150 y del pasado de la señora. Noté mientras caminaba hacia la puerta, que seguía hablando al aire como si yo siguiera allí sentada, como si nunca le hubiera dado los buenos días, despidiéndome.

Pobre, estaba un poco loca la señora, pensé. Supuse que su historia sería verídica, pero ella seguía allí sin notar que Callao no era la Gran Vía, que el colectivo no era su Rolls Royce, que su familia se había marchado mucho tiempo atrás, y que ella ya no era ella. Debía haber sido muy linda, pero ahora se trataba de un espectáculo tragicómico ambulante. Su maquillaje era -no encuentro otra palabra y podría parecer despectiva- grotesco: la base de color mandarina adicionada con un delineador que había quedado muy lejos de los ojos y un rouge demasiado lejos de los labios. El cabello era de un negro profundísimo, un color imposible en la naturaleza, pero con evidentes raíces blancas y algunos agujeros faltos de hebras. El tapado de visón tenía el mismo problema que el cabello, los agujeros de la miseria y soledad no podían disimularse.

Se había quedado a vivir en España, en 1968, en esa casona de la Gran Vía con sus tapados de piel y su marido siempre con frac de Armani. Supongo que es lo que puede darte la extrema miseria, no sólo económica sino además física y espiritual. Sola hasta la locura no pudo parar de refugiarse en sus lejanos años felices. Y hasta podía verse en sus ojos esa joven rica que había crecido al lado del fascismo y lo celebraba mientras se sentaba a la mesa con Franco a beber vino mendocino; cuya única tarea era ser una esposa de adorno.

Otra vez la vi hablando con el fantasma de su marido en una esquina de Rodriguez Peña. No valía la pena preguntarle cómo había perdido todo, ella no tenía idea de quien era yo, o de dónde había salido. Suspiré y tomé apresurada el colectivo. Meses después la vi por última vez, yo iba en el 28 hacia Plaza de Mayo, y pude ver cuando cruzaba el umbral de su lujosa mansión de antaño: una pensión de mala muerte en Lima y Brasil, hundida en los mares de Constitución.

22 de agosto de 2010

Un cuento más.-

Gabriel se despertó sobresaltado en la cama de algún hospital, completamente solo. Observó su cuerpo. Intentó buscar el interruptor para llamar a la enfermera, vino enseguida. ¿Qué había pasado?. La enfermera le explicó la situación, accidente de tránsito por ser un peatón desprevenido y un colectivero inconsciente. Estaba de moda en los noticieros últimamente. Le preguntó cómo estaba.
- Broken- dijo y se tapó la boca. Él no hablaba en inglés, siempre le había costado y ni siquiera se había molestado en terminar el secundario -high school-. Ahora se daba cuenta que la enfermera le había estado hablando en inglés y la había entendido. ¿Cómo era posible?. Le preguntó su nombre, pero ya no lo recordaba. A decir verdad, no recordaba nada.
- I'll call you John- le dijo al final la enfermera.
- No, soy Gabriel- lo recordó de golpe. Le contestó en español. ¿Por qué hablaba en español y su enfermera en inglés? ¿Dónde había nacido? ¿Dónde estaba ahora? Le pidió un diairo.
"The London Times" rezaba el título. September 24, 2056.
Estaba seguro que no vivía ni en Londres ni en el 24 de septiembre de 2056. Recordó de golpe que vivía en Buenos Aires en el 2010. Esto era inexplicable.
Al rato volvió la enfermera, se llamaba Jamie. Le preguntó algunos datos más, y sobre su familia. A medida que le preguntaba, se iba acordando de más cosas, como si las preguntas dispararan su memoria. Su familia estaba en Buenos Aires en el 2010. Pero dijo sólo "en Buenos Aires". Lo único que le faltaba era que lo tacharan de loco, porque no estaba loco ¿verdad?. Esta pregunta lo atormentaba.
- ¿Algún amigo, novia?
Ahí se acordó. Le explicó que tenía muchas amigas mujeres, esporádicamente estaba con todas ellas. No le duraban mucho, en general dos o tres semanas con cada una, en simultáneo. Jamie lo desaprobó con la mirada, en el 2056 la poligamia todavía no era muy aceptada. Pero, siempre hay un pero, se acordó de Malena. Era diferente a las demás. La deseaba diferente, había otras cosas. Jamie estaba aburrida, le pidió que le contara más. Quizá sentía cierta empatía.
Malena había sido compañera de trabajo. Le llamó la atención desde el primer día, la sedujo torpemente hasta que un tiempo después terminaron haciéndolo de parados en un rincón atrás de una barra. Más desaprobación, empezaba a darle culpa su forma de ser. Pero después empezaron a hablar de otras cosas, ella cocinaba bien y daba buenos consejos, le gustaba su sonrisa. La quería con afecto sincero, aunque siempre andaban a escondidas y le tenía más paciencia que cualquier otra persona. Se acordó que un día le había hecho un bizcochuelo con dulce de leche que estaba riquísimo. Jamie no sabía qué era el dulce de leche.
Le preguntó si acaso se estaba enamorando. "Hell, no!" Yo no me enamoro, pensaba. Soy libre. Además tenía sus serias dudas de que el amor existiera. Tenía mucho miedo de que Malena se enamorara. Una vez la había lastimado. No quería ser capaz de lastimarla, ¿por qué? ¿por qué le importaba si sufría o no?. Y ahora era septiembre, primavera, aunque en Londres fuera otoño. Habían estado así desde el verano, o sea -sacaba cuentas- diez meses... ¡diez meses! O en realidad 46 años y 10 meses. Cómo pasa el tiempo. Jamie reía se su triste ignorancia de su propio estado. Algo era cierto: se había despertado completamente solo, ni Malena, ni mamá, ni papá, ni nadie. ¿Tan poco importaba? Se puso algo triste.
-Cuando te despiertes en el 2010 -dijo Jamie- pensá bien a cuántas y a quiénes ves a tu lado.
-¿Sigo dormido?
-En realidad nada de esto existe, sólo soy una idea producida por una reacción química.
-No entiendo -Gabriel empezaba a asustarse.
-Es hora de despertar. Pensá lo que te dije.
Y todo se puso negro.
Volvió a despertar, esta vez en un hospital más normal. Seguía todo roto. Y asustadísimo. Un médico que justo estaba ahí le dijo en español que había estado dos días en coma. En la mesa de luz estaba el Clarín. 24 de septiembre de 2010. Se alivió un poco. Estaba muy cansado aunque recién despertara. Cerró los ojos un momento, notó que el médico salió, y volvió a abrir los ojos cuando sintió el tacto. Como no podía ser de otra forma era Malena.
Sonreía con los ojos vidriosos, ¿habría estado llorando?. Se alegraba tanto de verla, enseguida ella lo besó y se sintió mejor.
- Perdoname. Quiero que seas la única. Porque sos única, perfecta para mí.
Malena sonrió sin entender demasiado su repentino cambio de actitud. Estaba bastante de acuerdo, aunque también le asustara eso del "amor", si acaso existía. Se acostó a su lado, cuidando de que nadie viera porque iban a retarlos; por más que quiesieran esconderse, ya todos lo sabían. Sino no estaría allí tan expuesta. Él durmió mejor que nunca en años, sobre su pecho, mientras ella le acariciaba el pelo.
¿Cómo iban a saber que años después su hijo decidiría vivir en Londres, donde su nieta se convertiría en doctora para trabajar en el Memorial en 2056? En ese año, siendo ya anciano, se plantearía si realmente mientras dormía había viajado en el tiempo.

4 de julio de 2010

Tercera parte

Anterior, segunda parte

20 de febrero


Ya estoy mejor. Mi cuerpo, mi corazón y mis finanzas finalmente van por buen camino. Si todo sigue así, el mes siguiente puedo empezar la rehabilitación, todas las deudas desaparecieron gracias a Sebastián, y Renata dejó de tratarme tan fríamente. Viene a visitarme casi todos los días, cocinamos juntos, me ayuda a bañarme, dormimos una siesta, cada vez que puedo le repito que la amo; ella se limita a sonreír (lo cual es mil veces mejor que el insulto que hubiera esperado). Su manera de cuidarme es tan dulce, es ella lo que me mantiene atado a la vida; me salvó demasiadas veces.
Pero por supuesto que todavía quedan algunos cabos sueltos, como saber qué fue lo que le pasó a mi papá, y qué es de la vida de Bernie. Luego de dar muchas vueltas y visto que mi mamá no me hablaba, gracias a Sebastián pude encontrar al abogado de papá, Dimitri. Él fue finalmente quien me contó que mi papá había tenido un paro cardíaco mientras manejaba por un camino en los Pirineos. Respecto a Bernie, resultó que por la bronca y el odio que guardaba Friedrich le dijo que yo había muerto en el accidente para que nunca más vuelva a preguntar por mí, y listo. Sigo pensando que me merezco todo esto, aunque me duele tanto.

4 de marzo

Hoy me asusté mucho. Mi portero me alcanzó una pequeña pila de catorce cartas documento informándome que me demandan, digamos, la empresa del colectivo que choqué y unos cuantos pasajeros por “daños y lesiones”. Claro, pero de mis daños y lesiones no le importa a nadie ¿no? Catorce demandas, todo un record. Por primera vez en mucho tiempo fui a la iglesia, últimamente no salgo mucho porque es bastante difícil transitar solo por esta ciudad tan atolondrada. Pero en fin, fui y me quedé pensando toda la mañana ahí, incluso el sacerdote se acercó a hablarme. Era para mí un completo extraño y yo nunca fui muy creyente pero por alguna razón tuve que contarle toda mi historia. Ojala no vaya a la cárcel, de todas formas por suerte para mí procesos legales en este país tardan muchísimo.

16 de marzo

Vale la aclaración de una situación aún más patética en mi vida: esta mañana me asomé por el balcón y me dio un vuelco el corazón cuando lo vi. Ahí estaba Bernie en la puerta de mi casa, buscando el timbre. No podía asomarme mucho, mi equilibrio no es que digamos, el mejor en mi condición. Le grité, fue en realidad una súplica desde lo más hondo. Lo vi mirar hacia arriba pero no lograba verme desde donde estaba. Volví a gritarle dos o tres veces más y él seguía sin verme, y cuando estaba al borde de las lágrimas se rompió la burbuja de esperanza. Llegó corriendo Friedrich y lo agarró (con la violencia de la palabra) a Bernie de un brazo, un empujón y se lo llevó. Incluso pude distinguir como me vio de reojo, con esa mirada llena de rencores. No pude más, me quedé llorando en el balcón unas cuantas horas. Cuando bajó el sol hizo un poco de frío, ahora encima de todo estoy resfriadísimo.

25 de marzo

Hoy empecé rehabilitación, que emocionante. Me acompañó Renata, mucho mejor. Al fin un respiro, estoy muy ilusionado con todo esto. Me hicieron una serie de estudios inentendibles para tomar las medidas para una súper tecnológica y carísima prótesis robótica que traen desde algún país como Japón o Korea, no sé. No correré una maratón pero en fin con poder hacerle el cuatro a Renata me conformo. Su respuesta fue “¡Qué guarango!” y se rió. No tengo ni idea que quiso decir con esa palabra, la primera vez que la escucho. Ahora caigo en la cuenta: tantos meses, tantas noches deseándola, tantas veces con cualquiera imaginándome a Renata. Empiezo a impacientarme. Me pregunto qué siente ella por mí, nunca me contesta cuando le digo que la amo.
Estoy cansadísimo y algo frustrado, tardé como tres horas en dar tres pasitos, un par de veces me la dí contra el suelo y una colchoneta colocada convenientemente. Dicen que cuando tenga la prótesis a medida todo va a ser más fácil. Claro, no me daba cuenta que esto era difícil de verdad. Lo más difícil que jamás hice, todo un desafío. Tengo tanto miedo. Nunca me había planteado que quizá no volvería a caminar como antes, ¿o si simplemente no volviera a caminar? Necesito a alguien. Renata es mi todo, pero también pienso en mi madre, en mi hermano, en mi padre, en Bernie. Repito como siempre, lo que más me duele es que todo es mi culpa.

4 de abril

Al fin sé algo de Bernie. Mi primo Damien fue a la oficina a hablar con Renata, acompañado de Bernie. Hace seis años que no tengo ningún tipo de contacto con mi primo, lo último que supe fue que vivía en París con una novia. ¿Qué hace acá? ¿Qué quiere con Bernie? Le expliqué a Renata que yo siempre había estado celoso de Damien. Como su padre (hermano de mi padre, claro) había fallecido cuando él era pequeño, siempre fue el favorito de mi padre. Siempre me molestó que él siendo el sobrino tuviera mejores regalos, mejores tratos, siempre se preparaban las comidas que le gustaban a él; siempre todo era para él. Y cada vez que reclamaba algo, porque el hijo era yo y no él, la típica respuesta era “un pauvre, il a souffert tant”. Claro ¿y yo qué? ¿Yo no sufro también? ¿Acaso no ven por lo que estoy pasando, y él sigue siendo el favorito? Entonces cuando me fui de casa no volví a hablarle.
Dice Renata que a él le afectó muchísimo la muerte de mi padre, y que parece quererme mucho. Parece que le importa la familia, que quiere ocuparse de Bernie (¡ni loco, más celos!), que quiere ayudarme porque le parece muy injusto que Friedrich y mi madre ignoren mi situación. ¿Cómo se enteró? Definitivamente tengo que hablar con él. No logro confiar en lo que dice, a ver que pasa.

11 de junio de 2010

Segunda Parte

Post Scriptum: Si ya sé hace mil años que tengo pendiente esta parte del cuento. Ya estaba escrita, sólo necesitaba cocinarse. Por favor leer primero la PRIMERA PARTE sino no van a entender nada y no tiene gracia ejem.

El Diario de Luc Dellanoy (II)

4 de enero de 2010

Horrorizado. No existe palabra que mejor describa como me siento ahora en este idioma, o en ningún otro. El 27 de diciembre tomé mi auto para ir a la fiesta. Tenía la Avenida Libertador para mi solo, a mis pies. Estaba llegando tarde, y bajo la influencia de un efecto residual de las grandes cantidades de whisky ingeridas la noche anterior. La cuestión es que puse el velocímetro a 140. No tuve tiempo de reaccionar. En milésimas de segundo mi auto y yo nos habíamos incrustado en el colectivo. Recuerdo haber visto los rostros invadidos por el terror de los pasajeros, recuerdo sentir los hierros incandescentes cortándome, arrancando la carne de mis huesos. Realmente temí por mi vida. No pensé en nada: ni en mis padres, ni en Bernie, ni en Renata. Luego sentí un dolor agudo en mi pierna derecha, como si la arrancaran de cuajo. Y luego nada más. Deben haber sido dos segundos, pero lo viví en cámara lenta.
Ayer por la noche me desperté solo en una cama de algún hospital. El dolor me paralizaba, y sin embargo alcancé a contemplar mi cuerpo maltrecho. Recordé el dolor punzante en mi pierna derecha, pero ya no estaba allí. Esta reciente mutilación desbordaba mi juicio, lloré por instinto durante un rato que me pareció eterno. De a poco me fui dando cuenta que estaba completamente solo, ningún familiar, ningún amigo, ninguna de muchas mujeres con las que había estado. En este momento fantaseo con la idea de suicidarme pero en este estado no puedo hacer nada por mi mismo, dependo demasiado de los médicos y enfermeras de este hospital. O quizá no tengo el valor de hacerlo.

7 de enero


No me sorprende de mi hermano, pero me molesta que Renata no me haya llamado, buscado, o algo. ¿Acaso no se dio cuenta que hace diez días que no voy a trabajar? Un enfermero me contó que mis efectos personales estaban en manos de la policía que investigaba el accidente - que seguro había sido mi culpa. Pero como no les servían de mucho me los devolvieron. Me abalancé sobre el celular, que por supuesto estaba muerto, afortunadamente logré que me prestaran un cargador.
¿Mensaje? ¿Llamada perdida? Nada, que decepción. Decidí llamar a Renata, tal vez ella me ayudara a entender que estaba pasando. Escuchar su voz fue como volver a la vida: por primera vez en tantos días, de repente ya no tenía miedo. Se preocupó por mí, me dijo que iba a venir a verme. Sucedió que en mi ausencia ella se había comunicado con Friedrich, él le dijo que no le sorprendería que yo me hubiera ido de viaje para huir de las responsabilidades. Entonces ella se enojó y no me llamó más; pero si hubiera sabido hubiera venido a verme mucho antes.
No puedo expresar con palabras lo agradecido que me siento de que ella se haya preocupado por mí, se que no lo merezco. Ella es lo único que me aferra a la voluntad de vivir. Quiero que me lleve a casa, que me cuide, que me ayude a recuperar mi cuerpo y mi corazón. Soy consciente de que en este momento ella es lo único que me queda, quizá por eso ahora puedo admitir lo mucho que la amo.

10 de enero

¡Al fin en casa! Renata vino a buscarme, me subió a su auto y me trajo hasta mi casa. Subirme de nuevo a un auto me dio una sensación extraña, equiparable a una especie de fobia. Verla fue revitalizante. Lo primero que hice fue pedirle que tome mi mano, simplemente extrañaba el tacto con otra piel humana. Pero en vez de eso me miró con ternura y acarició suavemente mi pómulo, la sentí más bien como una caricia para mi alma.
De todas formas se que ella no me ama, tal vez me tiene lástima, tal vez cree que tengo lo que merezco después de cómo la traté y traté a todos los demás. En cierto modo yo también lo creo. Ella ordenó mi cuarto para que tuviera a mi alcance las cosas más indispensables, me dejó algunas comidas preparadas, y me prometió contactar a mis padres. Se preparaba para irse cuando le pedí que se quedara. Le confesé que me sentía muy solo y me vendría bien un poco de compañía. Preparó dos tazas de café y me acompañó mientras hablábamos de las cosas más triviales posibles. Incluso llegué a reírme un poco, por primera vez después del accidente. Luego se fue y esa felicidad efímera que me daba su compañía desapareció.
Quiero pedirle que me ayude a bañarme, pero me da mucha vergüenza. Antes mostraba orgullosamente mi hermoso cuerpo, ahora no quiero que nadie lo vea. Me avergüenza también depender tanto de ella. En realidad desde que llegué a Buenos Aires siempre fue así, odio admitirlo.

17 de enero

Hoy es domingo y llueve mucho, la humedad me causa unos dolores punzantes cual un anciano con reuma, que patético. Mi padre está muerto hace dos semanas y yo recién me entero, eso es más patético. No dejo de pensar que si mi querida secretaria no hubiera llamado, mi madre no se hubiera molestado en llamarme, ni siquiera en atenderme. Debe pensar que no me importa, después de cómo los traté durante mi mes en Cannes. Ahora todo es mío, el dinero y la miseria. Extraño mucho a Bernie, ¿qué será de él?
Renata tuvo la brillante idea de contratar una enfermera y una mucama para que se ocupen de mí y de mi casa. No me agrada mucho la situación, son seres humanos que pasan a mi lado como si fuera un mueble más que limpiar. Supongo que ahora sé que sentían las mujeres a las que traté como objetos.
Me hubiera encantado que Renata me cuide, pero no puedo colocar aún más responsabilidades en su ya pesadísima mochila. Viene cada tres o cuatro días a contarme las novedades del mundo exterior, no puedo pedirle más. Hoy domingo es el día más solitario de la semana, y llueve, ¡qué día de mierda!

3 de febrero

Ayer me reuní con Sebastián acá en mi casa. Me explicó todo lo que heredé y como sigue la cosa para la empresa y para mí. Nos encontramos más deudas, pero confío en que él pueda hacer de nuevo su pequeña magia con los números para salvar mi pellejo – o lo que queda de él. Estoy pensando seriamente en vender todo para poder recuperarme tranquilo.
Cuando él se fue me quedé solo con Renata. Por primera vez desde que salí del hospital la vi preocupada. Puso de nuevo esa expresión de ternura y me preguntó como me sentía respecto a mi padre. Recordé que mi hermano me había contado que el padre de Renata había fallecido hacía unos dos años, quizá sentía una cierta empatía al preguntarme eso.
Al rato de hablar tantas cosas tristes, tuve que confesarle todo lo que sentía por ella, tuve que sacarme ese gran peso de mi corazón. Se quedó mirándome sorprendida, creo que no pensaba que alguien como yo fuera capaz de amar; pero últimamente estaba más humanizado. Me fui a la habitación, no podía soportar su falta de respuesta. Haciendo algunas piruetas me tiré en mi cama, ella me siguió, se acostó a mi lado y me abrazó. Aunque no dijo nada, sé que ya no me tenía lástima, pude verlo en sus ojos. Y así nos quedamos acostados y abrazados, no pegué un ojo en toda la noche sólo por verla dormir.

Tercera parte

23 de mayo de 2010

Una especie de secuela

Perdido de nuevo en el Bosque del Silencio estaba Gaëtan (oración a lo walsh: muy asustado estaba Livraga...) escondiéndose en su nueva identidad. Su esqueleto flaco podía ocultarse tras los árboles de otro dragón, de otra Sophie, de otras personas, otras bestias: otro miedo, pero Miedo siempre es el mismo en esencia. En fin, ella muy astuta y luego de haberse enfrentado a muchos dragones y creyéndose la dueña de la Tierra Media y la mejor guerrera del universo lo encuentra:
- Te estaba buscando pedazo de gil- dijo Sophie soberbiamente. Era una superada.
- Tengo miedo de decepcionarte
- Teniendo a Lancelot atrás, si no me decepcionaste hasta ahora querido...
- No entendés -se sincera-. Me siento inútil, me llena la vergüenza. Sos demasiado para mi. Yo intento 40 veces y no puedo más. Vos movés dos deditos y lográs todo lo que yo no.
Sophie, mirándolo con ternura, se sincera también. Puede ahora ponerse en su lugar aunque no comparta sus ideas. ¿Qué era aquella empatía hacía él? se preguntaba por qué quería que estuviera bien, cuál era su importancia en su vida. En su afan solidario lo aconseja, trata de consolarlo. Prefiere ocuparse del otro antes que escarbar difícilmente las respuestas en su propio interior.
- Eso es una visión parcial. No podés meterte adentro de mi cabeza, no te das una idea lo que me cuesta todo eso. Y vos podés hacer tantísimas cosas que yo no. Por ejemplo, yo soy buena con el arco, vos con la espada. No hay que comparar, llegamos a este punto por caminos tan tan diferentes: nuestras batallas, nuestras cicatrices, nuestras heridas son otras. Tomate un mate y olvidate
- No, que asco.
- Un vinacho y a la camucha a jugar al God of War. Vas a ver como mato todos los dragones. Confiá en vos, vas a ver.
- Quisiera entender si sos optimista o ilusa. Yo al principio era optimista, me di cuenta que más era un iluso. Me aburro.
- Sólo Tiempo lo dirá. Vas a ver. Ya vi mucha gente despojada de su armadura. Incluso estás empezando a hacer que me quite la mía. Tanto tiempo te escondiste detrás de ella que te cuesta reconocer tu verdadero ser. Y tu armadura era tan antagónica con tu interior. ¿No te preguntaste por qué el dragón no te quemó?
- No lo vi, no estaba allí.
- Sí estaba ¿sabés? Yo te cuido aunque no te des cuenta. Si te perdés se me hace jodida la cosa.
- Yo puedo cuidarme solo.
- No lo dudo, pero igual me gusta cuidarte cuando puedo. Fortalecete, sacá tus garras y vamos a la aventura, oh yeah. -Se ríe. Gaëtan no entiende el chiste.
- Bueno, lo intentaré. Sino siempre puedo huir.
- No va a hacer falta tontuelo, un vinacho y a la camucha; que está haciendo frío.

Anterior: Parte IX

22 de marzo de 2010

Primera parte

Si ya se, cada vez que empiezo un cuento le pongo "Primera parte" y sarasa. Lamento no tener más tiempo para escribir, ya le hice tanta publicidad (?) (sic) a este cuento que lo voy a albergar en este pequeño espacio. Ya tengo el final pero no tuve tiempo de traducirlo a letras, todo está en mi cabeza. Va la primera parte, larga, creo que lo voy a hacer en tres. No se, depende de cuestiones de logística de Blogspot. Saludos.

El diario de Luc Dellanoy

5 de septiembre de 2009

¡Nuevo diario! A una de estas mujeres de Ibiza se le ocurrió regalármelo para mi cumpleaños número 24 ¿fue la semana pasada? El 20 de agosto. Durante mis dos años allí abandoné los diarios, es por eso que me propuse escribir este completamente en español y ejercitar todo lo que aprendí. Ahora vuelvo a casa en Cannes, a acostumbrarme de nuevo al idioma y a la casa de mis padres. Hay dos cosas que me apasionan y no pienso abandonar ninguna en Francia: escribir y las mujeres. No necesito nada más por ahora. Estoy por aterrizar, luego sigo.

1 de octubre

Casi un mes en casa y ya no soporto más a mis padres. Por suerte en unas semanas me voy a Buenos Aires… no se dónde queda ni menos me interesa. Mi hermano Friedrich maneja la parte de nuestra empresa (bah, la de papá) en Latinoamérica, ahora se peleo con su socio y me llaman a mí porque hablo español. Pero a cambio casa y auto gratis. ¡Qué suerte tengo! Cree que voy a trabajar para él pero con estar ahí haciendo acto de presencia alcanza ¿para que trabajar si tengo todo lo que necesito sin hacer nada?
Me contaron que ahí viven las mujeres más lindas del mundo, voy por ellas, no puedo esperar. Además voy a ver a Bernie, mi sobrino. Para ser sincero, él es la única persona que realmente me importa, podemos jugar al fútbol o al Guitar Hero y –puede sonar tonto- en esos momentos me siento completo. ¡Con sus 9 años no va a ganarme! ¡Que llegue rápido el 22!

21 de octubre

Hago las valijas y me despido –al fin- de mis padres. Hoy me siento feliz.

25 de octubre

¡Qué bonita es esta ciudad! Cuando me dijeron que era en Latinoamérica pensé que iba a ser más como un pueblucho… pero con sus edificios altos y románticos de estilo español y francés me hace acordar mucho a Europa. Friedrich y algunos de sus amigos organizaron para mi una fiesta de bienvenida, en un -¿cómo le dicen?- boliche creo; con mucha música, alcohol y hermosas mujeres. Todo aquí tiene un gusto especial, voy a adaptarme muy bien.
Ah y Bernie… ¡está tan grande! Incluso me ganó en el Guitar Hero. Todo el tiempo me mira, me copia, me llena de orgullo ser un ejemplo para él. Veo tanto de mí mismo, de mi infancia en sus ojos. Ya lo dije y lo voy a seguir diciendo hasta el cansancio: con él me siento completo.
Mi hermano me explicó mis tareas de “subdirector” y me asignó una hermosa secretaria. Se llama Renata y parece una pulguita, es bajita, flaquita, lleva su pequeño esqueleto a la velocidad de la luz trabajando a máxima eficiencia revoleando su largo cabello castaño por ahí. Y tiene unos ojos casi tan lindos como los de Bernie. Pobre chica, ni se imagina todo lo que va a trabajar por mí. Me gusta su sonrisa, es buena para conversar; hace que las horas de “trabajo” sean menos aburridas.

6 de noviembre

Ya hace como dos semanas que estoy viviendo acá en Baires, como le dicen los porteños. La verdad lo estoy disfrutando. Paso mis tardes tomando chocolatada con oreo con Bernie y mis noches durmiendo con hermosas mujeres, mientras veo como me llueve el dinero. ¡La vida me sonríe!
Esta mañana discutí con Renata, eso no me gustó. Me dijo que era un vago y que me aprovechaba de ella, y por supuesto tiene razón. Está demasiado desbordada, yo nunca quise hacerle mal a una mujer tan bella. Quizá deba darle algunas de sus responsabilidades (o sea mías) a algún empleado de poca monta que por supuesto debe seguir las órdenes del subdirector. Estoy pensando que para compensarla quizá le invite un trago, a ver si puedo llevarla a mi departamento. No estoy seguro, no parece tan fácil.

10 de noviembre

¡Mierda! La mujer que más me gusta me rechaza indefectiblemente. Tal vez incluso me odie. Evita dirigirme la palabra siempre que puede. Lástima, es tan hermosa. Esta noche voy a buscar a su reemplazo, no es algo difícil. Últimamente cada vez que le hago el amor a una mujer no puedo evitar pensar en ella. Mejor me voy a jugar al fútbol con Bernie en vez de pensar en cosas tan tristes.

30 de noviembre

Me enteré que mi familia es un caos y yo quedé afuera de todo asunto. Resultó que Friedrich se peleó con papá, ni idea por qué; nadie me cuenta nada. Esto me lo enteré por Renata pero ella tampoco entiende bien. Entonces papá lo desheredó y todo lo suyo pasó a ser mío. O sea que ahora soy dueño y director. Nada mal ¿eh? Más trabajo para Renata, ¡así nunca me va a aceptar! Quizá deba ascenderla a subdirectora, más dinero le vendría bien y estaría más contenta; las responsabilidades serían las mismas ¿no? Y si está más contenta seguramente aumenta su deseo sexual.
Mi hermano quedó en la calle y consiguió un trabajo de camarero acá cerca. Mi padre me prohibió volver a emplearlo en cualquier puesto o darle dinero. La verdad no pensaba hacerlo, no me importa: cada uno tiene lo que se merece. Lo que realmente me preocupa es el bienestar de Bernie, tal vez pueda traerlo a que viva conmigo, pero ese sería el fin de mis reuniones con mujeres acá en casa. Mejor voy a preguntarle a Friedrich a ver que opina.

12 de diciembre

Friedrich tiene ganas de matarme. Piensa que yo le robé su empresa y ahora quiero robarme a su hijo. Bueno me facilitó la decisión sobre Bernie. Me apena un poco, al fin y al cabo es mi hermano; pero no creo que volvamos a hablar nunca más.
Ascendí a Renata y aceptó tomar una copa conmigo… pero nada más. Al día siguiente me quedé dormido y ella me llamó muy alterada diciendo que había algo que necesitaba saber. Cuando llegué me mostró unos resúmenes bancarios llenos de cosas raras, no entendía nada. La cosa era que Friedrich me había dejado unas jugosas deudas y por alguna razón la garantía pasó de ser su casa a mi casa. Por un lado es una tranquilidad porque me aseguro que el techo de Bernie no corre peligro. Por el otro ¡me voy a quedar en la calle! Creo que a Renata le causa un poco de gracia la situación.

15 de diciembre

¡Gracias a Dios por los abogados! Este mentiroso profesional se llama Sebastián y sacó plata de donde no teníamos para saldar toda la deuda de Friedrich. Ahora puedo estar seguro que puedo seguir viviendo en mi hermoso loft y durmiendo en mi cama mullidita con el aire acondicionado ¡es tan raro que haga calor en diciembre! Y lo mejor, papá no se enteró de nada ¡sino me mata!
Ahora que ya nos recuperamos económicamente decidí organizar una fiesta de fin de año para todos los empleados, ¡espero que sea mi oportunidad con Renata! Nunca me había pasado esto con una mujer: cuánto más me rechaza, más la deseo. Por lo menos creo que ya no me odia. Es como si cualquier mujer tuviera su rostro. ¿Raro, no?
PD: ¡ya extraño a Bernie!

26 de diciembre

Hoy es el cumpleaños de Bernie. Bernard Dellanoy ya tiene 10 años, y yo no puedo decirle feliz cumpleaños, no puedo regalarle una pelota de fútbol o un juego nuevo para la wii, no puedo compartir su torta ni soplar las velitas. Mi hermano no me atiende el teléfono ¿demasiado pedir que un niño de 10 años tenga celular?
Estoy tan triste. Lo extraño tanto, quiero abrazarlo y decirle que lo siento; que nunca fue mi intención hacerle mal a nadie. Yo quería y quiero que él sea feliz. Pasé la navidad solo y pensando en Renata y en Bernie, eso me deprime. La luna llena me encuentra en el balcón admirando la misteriosa Buenos Aires con el cuarto vaso de Jack Daniells.
La influencia del alcohol me hace pensar que quizá me estoy enamorando de Renata. Mañana cuando me levante y lea esta línea voy a sentirme un estúpido, ¿cómo Luc Dellanoy va a enamorarse? No puede ser de esta forma, diría una parte de mí. Mañana es la fiesta, tal vez eso me anime.

SEGUNDA PARTE

22 de diciembre de 2009

Parte IX - última.

De repente el bosque desapareció:el césped, el arrollo, la luna y las estrellas; los árboles, los sonidos de bestias acechantes y el dragón. Ambos quedaron envueltos en la más profunda oscuridad, sin embargo, ya no temían. Les hubiera gustado decir que de un momento a otro sus heridas se esfumaron, sus dudas se disiparon, compraron un castillo y un perro, y fueron felices para siempre. Pero por supuesto eso no sucedió. Ni siquiera en la tierra de la magia las cosas se solucionaban tan fáciles.
Lo que si sucedió fue que la oscuridad duró poco. A su alrededor apareció el castillo en el que años antes y por caminos distintos habían conocido a los Caballeros. Sophie reconoció enseguida esa habitación de la cual había partido hacia el Túnel del Silencio. Había extrañado su cama mullida y cálida, dormir cómoda era para ella un lujo demasiado grande.
De inmediato saltó hacia su lecho y cayó cuavemente entre las sábanas. Gaëtan la siguió, y esta vez no huyó arisca sino que contempló sus ojos y le sonrió. Quizá él también veía lo mismo cuando observaba sus ojos.Con cada roce y cada mirada cómplice, con cada primer y milésimo beso, un poco más eran uno. Porque en ese momento único y perfecto eran Cariño, Pasión, Seguridad, y más aún: eran Amor.
Ya comenté que esta historia no termina tan fácil y perfecta, recuerden lo que había dicho Cariño y no se equivocaba: Amor es un rey rebelde, no es fácil de controlar cuando se lo tiene. Lo que si es difícil es que una vez encontrado desaparezca por completo, sucede simplemente que no siempre es visible. Rebeldías aparte entonces, podemos decir en cambio que vivieron para siempre llenos de amor.


21 de diciembre de 2009

Parte VIII

Habían confiado en ellos por un rato, pero en el Bosque la Inseguridad y la Duda siempre estaban. Y aún no eran lo suficientemente fuertes como para vencerlos. Sólo con Voluntad podrían, pero no lograban encontrar nada más que miedos y dudas. Tampoco se habían curado. Desconfiaban, se temían, luchaban, se lastimaban; el Miedo, la Inseguridad y la Duda avanzaban cada vez más sobre ellos. A veces se perdían y después casualmente (o no) sus caminos volvían a juntarse y a separarse. Cada vez que esto pasaba aparecía el temible dragón, hiriéndolos por dentro y por fuera.

N. del N: no es el final, sino la parte triste antes de que todo se solucione. Lo que pasa es que esta parte se torna bastante repetitiva y molesta, por lo que vamos a hacer una elipsis y avanzar unos meses más.

Ni Sophie ni Gaëtan habían encontrado la salida del bosque. Hacía un par de semanas que no se cruzaban. Finalmente ella cayó rendida en la orilla de un arrollo, estaba demasiado débil como para seguir huyendo. ¿De qué huia realmente? ¿De Miedo acaso? Pero cuanto más huia más lo encontraba. Se sentía prisionera de él, no podía escapar, no podía luchar.Allí ya no había nieve, y de repente vió asomarse a la luna entre las nubes. Eso la animó un poco, y la contempló largo rato.
- Sophie – le dijo su compañero de camino, que una vez más la había encontrado.- No huyas de mi.
- No puedo más. Vete.
Gaëtan se acercó un poco más. – Ya lo entendí. El miedo y la duda son ilusiones. Sólo existen aquí dentro – señaló su pecho- Si crees que existe el dragón le das el poder de quemarte. Creeme, por favor.
- ¿No estás asustado acaso?
- Ya no.
- Yo sí.- dijo ella con impaciencia.
- Yo te cuido. Te necesito.- Intentó acariciar su cabello pero ella se movió un poco. Si hubiera tenido energía para correr estaría ya muy lejos, pero no tuvo opción más que aceptar su compañía; entonces decidió ignorarlo. Sin embargo él siguió hablándole.
- Ahora entiendo, yo encontré Voluntad y por eso ya no tengo miedo, no quiero seguir luchando contra enemigos invisibles. Pierdo el tiempo. Miedo esta ahí en esa armadura incorpórea que creíste que iba a protegerte, pero que en realidad te está lastimando cada vez más. Quitártela es para vos un riesgo muy grande, te entiendo, es lanzarse al abismo de lo desconocido.
- Veo que vos tuviste la misma charla con el Caballero.
- No, llegamos aquí por caminos diferentes. Pero no podemos salir solos del Bosque, sino juntos. Muchísimas veces no pude protegerte, porque yo también era prisionero de Miedo. Pero ahora sí puedo, porque logré liberarme.
- No podemos vencerlo sin Amor.- retrucó ella, empecinada en ganar la discusión.
- Amor no se aparece ante uno solo. Quitate esa armadura y acompañame a buscarlo.
Entonces ella lo miró a los ojos por primera vez en mucho tiempo. Había olvidado lo hermosos que eran, ya no había tristeza en ellos; sino algo distinto. Era una mirada como la de Cariño, Pasión, y todos los demás Caballeros, pero todos a la vez. Se dio cuenta que era en realidad mucho más sabio de lo que ella pensaba, mucho más sabio que cualquier otro que conociera. De repente tuvo la sensación de que esta vez sabía lo que estaba haciendo y podría protegerla. Las nubes desaparecieron rápidamente y contemplaron juntos las estrellas. Gaëtan intentó acercarse a Sophie una vez más, esta vez ella dejó que la envolviera entre sus brazos; y de repente sus heridas más profundas dejaron de doler.

Parte VII

19 de diciembre de 2009

Parte VII

Sophie despertó antes del amanecer. Como la tormenta había parado se fue rápidamente dejando a Gaëtan atrás. Cada vez más desconfiaba de él, y comenzó a temerle, fue por eso que huyó. Ella no lo sabía, pero a él le pasaba lo mismo. Por unos días caminó en círculos, nunca se había sentido tan perdida. Entonces vió a la bestia que hasta entonces sólo había escuchado. Un dragón más grande y más terrible que cualquiera que hubiera visto en sus andanzas. No tuvo tiempo de reaccionar. La derribó con un solo golpe y no supo nada más.
Despertó en un claro, con Gaëtan a su lado. Se dio cuenta que ambos estaban gravemente heridos. Él la miraba con esos ojos extraños y hermosos, llenos de la misma luz que habia visto en el túnel. Casi no podían moverse del dolor, pero ahora estaban a salvo. Por primera vez en el bosque se filtró un rayo de sol, casi imposible de distinguir. Sophie hizo un esfuerzo para hablarle.
- Gracias por salvarme
- Lo intenté, pero no pude protegerte; ni mucho menos protegerme.
- Aún tengo miedo – Confesó.
- Yo también – la siguió Gaëtan- pero no se que hacer. Me duele todo.
Mujer vió tristeza en sus ojos. Le hubiera gustado poder aliviar su dolor, pero no podía hacer nada. Se sintió frustrada, impotente y perdida. Instintivamente se acomodó en su pecho, y lloró.
- Es increíble como pueden lastimarnos la Inseguridad y la Duda. Nunca había tenído enemigos tan fuertes. Tal vez no sean indestructibles y entre ambos podamos vencerlos ¿no crees?.
Sophie no contestó, no sabía que decirle. Cerró los ojos, y de repente escuchó como Cariño le hablaba: - Tengo que explicarte algo. Esta vez no se puede pelear en un campo de batalla, sino dentro de cada uno. El dragón sólo existe dentro suyo, es la materialización de sus temores y sus dudas. Sólo con Voluntad pueden mantenerlo a raya. Y sólo Amor puede vencerlo. Adios.
- ¿Escuchaste? –preguntó Gaëtan.
- Pensé que sólo yo lo escuchaba. No entendí nada. Para encontrar a Amor tengo que vencer a la Inseguridad y la Duda, pero para vencerlos necesito a Amor, ¿entonces cómo hay que hacer?.
- Bueno calmate, ya veremos; primero hay que curarnos.- En silencio, él también lloraba. Y el pequeño rayo de sol desapareció.

Parte VI

17 de diciembre de 2009

Parte VI

Por algunos días Mujer vagó en ese bosque helado buscando en vano la salida. Luego los días se convirtieron en meses, en los cuales sólo había encontrado algunas raíces e insectos para comer. Extrañaba los manjares del castillo, su cama mullida, el té, el sol; en esos meses nunca salía el sol sino que veía el cielo siempre cubierto y ocasionalmente llovía y nevaba. Pasaba las noches a la intemperie, escuchando los gruñidos de bestias que la acechaban pero nunca veía. De todas formas no hubiera sido productivo enfrentárseles: no tenía armas ni abrigo ni provisiones, eso la debilitaba cada día más.
Una noche se desató una tormenta particularmente fuerte, los árboles se estremecían y Mujer entendió que debía buscar refugio si no quería morir aplastada entre las ramas que caían al vacío. Encontró un tronco hueco, lo suficientemete amplio como para acomodarse allí y protegerse del clima. Quería estar alerta, pero el cansancio pudo más y se quedó dormida.
- Disculpá pero este es mi tronco, buscate el tuyo. – Mujer escuchó esa voz tan descortés y se despertó. Entonces lo vió. Un hombre sí, pero el más hermoso y maleducado que hubiera visto. Estaba sucio, cansado, harapiento; pero sus ojos eran diferentes a los de todo el resto y brillaban en la noche sin luna.

N del N: cuando tuve que conocerlos para escribir su historia yo también me sorprendí con sus ojos, Mujer no exageraba. Por eso me pareció oportuno ilustrarlos al lector, lo mejor que me salió. Quedó con un aire a Astroboy pero bastante expresivo. El scanner no ayuda sepan entender. Por cierto, el final ya casi está listo; no impacienten. Saludos.



- Perdón, pero no hubiera sobrevivido a la intemperie con esa tormenta. Cuando se calme un poco me voy y no te molesto más. – Dijo Mujer bruscamente,
- Entonces vas a quedarte un rato. Genial, hace años que estoy perdido en este bosque sin ver a otra persona. Es lindo tener un poco de compañía de vez en cuando. En fin, me llamo Gaëtan.
Mujer recordó que alguna vez había tenído un nombre, pero ya no sabía cuál era. Hizo un esfuerzo pero no podía acordarse. Eligió entonces un nombre cualquiera para presentarse:- Sophie
- Antes de llegar aquí yo era un guerrero –empezó Gaëtan sin que nadie le preguntara- la mano derecha de un rey, manejaba todos sus ejércitos y fue gracias a mi que llegamos a formar un imperio. Muchas oportunistas quisieron conquistarme, pero yo no era felíz. Es por eso que emprendí este viaje buscando a Amor. Conocí a sus caballeros, pase por el castillo, por el túnel… y ahora estoy atrapado en este bosque.
- ¿Qué es este lugar?
- Bueno Sophie la verdad no estoy muy seguro. En nuestro imperio se contaba una leyenda sobre el Bosque del Silencio, creo que debe ser este. Pero yo creo que deberían llamarlo el Bosque de la Inseguridad y la Duda. Desde que llegaste aquí ¿alguna vez te sentiste segura?
- La verdad no.
Después de eso casi no hablaron. Gaëtan compartió con ella las pocas provisiones que le quedaban. Sólo les quedaba descansar hasta que pase la tormenta. Pero ella no podía dormir, la llenaban las dudas. Tal vez sería un secuaz de Miedo, no podía estar segura de que no la atacaría dormida, no podía confiar en él. Entonces se puso su armadura invisible y durmió con un ojo abierto.

Parte V

16 de diciembre de 2009

Parte V

Mujer creía que habían pasado casi dos años después de esa charla con Cariño. Se quedó en el castillo, y desde ese día no volvió a sentirse amenazada por Miedo. Era por supuesto, lo más lógico. Si no había riesgos, no tenía porque sentirlo; aunque tampoco había avances significativos. Durante ese tiempo había crecido en todos los aspectos en los que puede crecer una persona; había aprendido muchísimas cosas y se sentía tranquila y felíz.
Una noche súbitamente sintió frío por primera vez desde que había comenzado su estancia. Le extrañó, ella sabía que en el castillo nunca era invierno. Abrió los ojos y desperezándose observó su alrededor. Su habitación había desaparecido y en su lugar había un túnel con paredes de piedra, oscuro y extenso. No podía ver el final, parecía interminable. Habían desaparecido las puertas y ventanas de la habitación. No había lugar dónde ir, salvo avanzar por el túnel.
En un primer momento no quiso moverse, pensó que sería un pequeño error de la hechicería del castillo y que pronto vendrían a buscarla. Había pasado tanto tiempo cómoda y tranquila que había olvidado cómo eran las sorpresas del camino, cómo era la vida nómade.
Pero visto que no podía hacer otra cosa, comenzó a andar por el túnel. Sin zapatos, sin provisiones, recién despierta. Siempre adelante, sin había bifurcaciones ni ángulos. El paisaje siempre era igual, y cada vez más frío y oscuro. Ni por asomo alcanzaba a ver el final.
Luego de unas horas inmersa en la oscuridad impenetrable alcanzó a ver un sector iluminado. Instintivamente se acercó. Pero no era una abertura, sino un cartel: “Túnel del silencio”, rezaba en letras doradas que parecían impartir luz que no salía de ningún lado. El cartel le pareció excesivamente redundante y siguió su camino.
Estaba demasiado vacío de luz y sonido; por lo que Mujer comenzó a pensar en voz alta. Comenzó a relatar recuerdos de sus viajes, sus aventuras heroícas olvidando convenientemente aquellas en las que había perdido. Más adelante encontró un nuevo cartel, como el anterior: “SILENCIO”.
- Ahora hasta los carteles me dan órdenes- gritó furiosa.
Las paredes se cerraron súbitamente al punto justo para que pudiera seguir caminando. Comprendió el mensaje del túnel. Comenzó a preguntarse las razones para estar allí. Tal vez había aprendido todo lo que el castillo tenía para ofrecerle. Tal vez los caballeros la habían abandonado, y estaba sola de nuevo. ¿Y cómo le ayudaría este túnel oscuro y helado a encontrar a Amor? ¿Si era tan hermoso, por qué había que pasar por un lugar tan horrendo para llegar a él? ¿Qué había pasado con el castillo? ¿Por qué para encontrar a Amor debía irse de su morada? En el silencio, su pensamiento y sus sentidos estaban más alertas.
Encontró un nuevo cartel, decía “El conocimiento es la luz que iluminará vuestro camino”. ¿Conocimiento de qué? Volvió a los recuerdos de sus aventuras, y se preguntó por qué no había contado en voz alta las oportunidades en las que había perdido. ¿Acaso quiso agradarle al túnel? Enseguida se dio cuenta que había hecho una idiotez, el túnel era inanimado. Pensó en todas las oportunidades en las que había hecho lo mismo. Guardaba los cuadros de los torneos de espada que había ganado, pero no los que había perdido; conservaba los dientes de los dragones que había matado, pero nada de aquellos que la habían herido, y asi con miles de cosas más. Incluso con las personas, conservaba las amistades que pensaban que ella era buena, generosa y fuerte; se distanciaba del resto.
- Tal vez me he pasado toda la vida queriendo agradar a la gente. –Las paredes se abrieron y dejaron pasar el aire. –Me he estado mintiendo al negar todas mis debilidades, si no las acepto, no podré corregirlas.
De repente el túnel se iluminó con un tipo de luz que no se parecía a ninguna conocida, y parecía no venir de ninguna parte, o de todas partes; y Mujer finalmente pudo vislumbrar el final. ¿Estaría Amor al final del túnel? Corrió lo más rápido que pudo, no aguantaba un segundo más allí dentro. Al salir del túnel se encontró en una pradera helada, parecía ser el centro de un bosque. Estaba nevando, y hacía aún más frío que dentro del túnel.

Parte IV

15 de diciembre de 2009

Parte IV

-IV-

Mujer había pasado lo que consideraba aproximadamente un mes en el castillo, acompañada por Cariño y su hermano Pasión, por Seguridad y Contención. Era el tiempo que podía calcular, aunque en realidad sin darse cuenta hubiera perdido la noción: en el castillo, Tiempo transcurría más rápidamente. Era el tiempo que, sus pequeños años le permitían calcular. Años más tarde, se daría cuenta que el tiempo transcurrido no siempre coincide con los ciclos solares y lunares, o con las vueltas de las agujas del reloj.
Se encontraba en una de las situaciones que a su criterio, formaba parte de las más maravillosas de la vida, yacía sobre el césped, contemplando el cielo, disfrutando de una cálida tarde de primavera. En el castillo nunca era invierno. Tenía todo lo que necesitaba allí, pero su felicidad no era completa, aún no había visto a Amor; y nunca se había atrevido a preguntarle a ninguno de sus caballeros, aunque sabía en el fondo que ellos le responderían gustosos.
Cariño, que era su amigo y confidente, llegó a su encuentro, con dos tazas de té.
- Gracias –le dijo Mujer, y bebieron juntos y en silencio.
- Sabía que te gustaría –afirmó Cariño.
- Necesito preguntarte algo
- Lo que quieras, para eso estoy. –esa frase resultaba un poco repetitiva, pero Mujer siempre se alegraba de escucharla.
- ¿Por qué no puedo ver a Amor? –finalmente se había atrevido a preguntarlo, sintió que se sacaba un gran peso de encima.
- Porque todavía te quedan batallas que librar. No es fácil de alcanzar, aunque venciendo a Miedo, Rencor y Venganza has llegado muy lejos. Pero estás aferrada a lo conocido.
- ¿Qué es lo conocido? –inquirió Mujer
- Nosotros.
- Pensé que siempre acompañaban a Amor, y no podría existir uno sin los otros.
- Cierto, pero no siempre somos evidentemete visibles, podrías pensar que no estamos, aunque siempre estamos. Lo conocido es la afirmación de que siempre nos verás junto a Amor, y ¿qué pasaría si no nos ves cuando lo veas a él?
Mujer se detuvo a reflexionar, mientras bebía su taza de té. Una vez más, no tenía ni la más mínima idea de cómo responder a las preguntas que el castillo le planteaba.
- No lo sé –respondió.
- Quiere decir que no estás lista para verlo. Como dije, no es tan fácil alcanzarlo, pero tampoco es fácil controlarlo una vez que se lo tiene. Es un rey rebelde, no sabe de leyes, reglas, o sentido común. Para él todo lo vale. Y el hecho de que te aferres a tu idea de cómo es Amor te hace menos merecedora de verlo. Tiempo al tiempo.
- Entiendo
- Es muy fácil tratar con Amor cuando todo es maravilloso, el verdadero desafío será tratar con él cuando no todo sea tan hermoso. Para eso tienes que librar la batalla contra Duda y la Inseguridad. Una vez que lo hagas encontrarás la manera de lanzarte al abismo de lo desconocido.
- Quiere decir que, por ejemplo, la roca a la que me aferro para no caer, es lo conocido, y ¿debo soltarme? ¿y qué pasará cuando llegue al fondo del abismo? –preguntó Mujer, aterrada.

Parte III

10 de diciembre de 2009

Parte III

-III-

Mujer no lo sabía, pero no estaba sola. Luego de la batalla llegaron varios pares de manos, que la sostuvieron delicadamente y la llevaron. No lo sabía, pero eran Cariño, Contención, y Seguridad, algunos de los caballeros del rey Amor. Inconsciente, la llevaron a su castillo; naturalmente, por un camino desconocido.
Cuando despertó, se encontraba en un lecho simple pero cálido. Tardó un instante en darse cuenta que alguien había tratado sus heridas, y estaban comenzando a sanar. Ignoraba cuanto tiempo había transcurrido, pero supuso que no más de un par de días, a juzgar por el estado de sus heridas. Entonces lo vió. Cariño estaba junto a ella, aunque en alguna de sus aventuras lo había encontrado antes, nunca se había detenido a mirarlo. Sus miradas se encontraron, y pudo ver en sus ojos el infinito. Era hermoso realmente, pero no era Amor.
- Hola. –dijo Mujer, y se sintió tonta por haber estado frente a un ser tan superior, y haber dicho tamaña estupidez, aún cuando tenía miles de preguntas. Pero a Cariño no pareció molestarle.
- Hola. Creo que ya se lo que estás pensando. ¿Dónde estamos, verdad? Bien, estamos en el castillo de Amor.
- ¿Cómo llegamos aquí? ¿Y cómo me encontraron?
- A este lugar no se puede acceder buscándolo, puesto que nadie conoce su ubicación. Sólo se puede llegar aquí si alguien te acompaña. Escuchamos tu necesidad de nosotros, y fuimos en tu rescate.
- ¿Quiénes son “nosotros”?
- Somos los caballeros de Amor.
Mujer estaba desconcertada, demasiada información. Todavía era presa del dolor, aunque no tan intenso como anteriormente, y ya se consideraba en plena posesión de sus facultades. Entonces vislumbró cual era su razón de estar en el castillo
- Vine a buscar a Amor.
- Lo sé, pero ahora no puede ser. Necesitas tiempo, no es el momento.
Sintió perder la paciencia, pero intentó contenerse.
- La impaciencia no es buena –dijo Cariño, como leyendo sus pensamientos.
- Cierto. ¿Fuiste tú quien me curó? –se animó a preguntar.
- Así es.
- Gracias –dijo Mujer. Hizo silencio un momento, y luego murmuró- te necesito.
- Para eso estoy.
- No me lastimes, por favor. No se cuánto más pueda resistir.
- Tranquila, no puedo herir si no estoy acompañado de Amor. Estoy aquí para ayudarte, guiarte y quererte.
- Por ahora no necesito más nada. –afirmo Mujer con calma.
- Para eso estoy –repitió Cariño sonriendo.
Después de mucho tiempo, tuvo un momento de paz. Sabía que tenía asegurado, por lo menos, un día de felicidad. Cariño la abrazó, y sintió todo su cuerpo y su espíritu llenarse de una inmensa calidez, su roce calmaba el dolor de sus heridas. Sus caricias y sus besos, por el momento, la mantenían felíz y tranquila. Ya no había dolor. Y finalmente en su momento de paz, encontró descanso, y durmió.

PD: queridos chicos tengo problemitas con los códigos html. La playlist sólo me reproduce Enjoy the Silence, y además de esta sólo incluye Desarma y Sangra, por más que tenía como 20 temas más. Si alquien tiene alguna sepa que su ayuda será recompensada. Abrazo.

Parte II

9 de diciembre de 2009

Parte II

-II-

La batalla había comenzado, Miedo, acompañado de Rencor y Venganza arremetía contra Mujer, ayudada por Valentía y Esperanza. Sus fuerzas eran equivalentes pero sabían que sólo uno podría ganar la batalla.
- ¡Ríndete! –gritó Miedo- soy inmortal, ¿no lo sabes acaso?
- Puras mentiras –remató Mujer.
Sentía como las armas enemigas la herían, sentía el dolor que penetraba su cuerpo, lo sentía como agujas clavándosele. Pero no iba a rendirse, no ahora, estaba an cerca de la victoria que casi podía acariciarla, se deleitaba con ella.
Pensaba en Amor, que a la conclusión de esa batalla estaría esperándola, para recibirla con los brazos abiertos. Juntó la fuerza de lo que aún conservaba de su corazón, y se dispuso a atestar el golpe maestro, que daría conclusión a la batalla. Levantó su espada con toda la fuerza de su espíritu, y atravesó a Miedo, que cayó con un grito de profundo dolor.
Un instante después se encontraba sola, ¿dónde estaban todos? ¿la habían abandonado quizá?. Mientras pensaba en esto no pudo evitar caer. Yacía en el suelo, espada en mano aún, comenzaba a ver todo oscurecerse, de una negrura impenetrable.
Pero su mente todavía reflexionaba, entonces la asaltó una duda terrorífica: ¿dónde estaba Amor? ¿no se suponía que cuando hubiera matado a Miedo, Amor estaría allí para ella? Porque, por supuesto que se habia desecho de Miedo, ¿no era así?
Sus pensamientos se detuvieron, y el dolor la llenó; miles de chispas quemaban todo su cuerpo, ya no podía soportarlo. Sintiéndose sola, abandonada, y a merced de todos los vientos, sintió desvanecerse. Y ya no pensaba, ya no sentía, sólo increiblemente existía.

Parte I

7 de diciembre de 2009

Parte I

Post Scriptum (permítanme llamarlo asi, si ya se que va al final. Se trata de una suerte de prólogo, palabrita con la que no simpatizo mucho para este caso, puesto que no se trata de un libro sino de un cuento con varias partes).

Este cuento ya tiene casi un año y medio sin ver la luz. Creo que se trata de una de mis obras más puras, ya que un día cualquiera, un día como hoy; me levanté y empecé a escribir. La microfibra (¡Que moderno!) se desplizaba suavemente por el papel de la moleskine sin saber muy bien que estaba escribiendo. No tuvo demasiadas correcciones, sino que fue un tirón: apareció un día, él me eligió a mí para que yo lo plasme. Algunos lo llaman la musa, el daimon, los fantasmas; ese algo que aparece excepcionalmente y nos impulsa a escribir cuando estamos relajados. Y es el mismo algo que te caga la vida cuando debés escribir y ves la hoja en blanco cual heladera vacía cuando hay hambre (jaja). Algunas personas pueden pensar que el escrito es autobiográfico o al menos semi-autobiográfico. Otras pueden sentirse identificadas con los personajes. No se trata de un intento autobiográfico sino de trazar generalidades ¿quién no se vió alguna vez en dilemas asi?. Varias veces pasaron estas situaciones a lo largo de la vida; antigüas y amargas, contemporáneas y esperanzadas. Ya pasó un año y medio y todavía no escribí el final. Quizá se trate de situaciones que no tienen un desenlace esperable. Quizá por alguna razón vuelvo a leerlo cada tanto, y hoy decidí publicarlo. Quizá nunca pude experimentar u observar un desenlace a tales situaciones. Quizá la próxima vez que encuentre al daimon pueda ensayar distintos finales, siempre abiertos, como una historia sin final.


M. G.
-I-

Él la encontraba una vez más, sumida en sus cavilaciones.
- ¿Por qué no te quedas conmigo, Mujer? Él puede hacer cosas terribles, ya has tenido oportunidad de comprobarlo. Ya has visto como puede arrancar tu corazón de tu cuerpo, secar la sangre de tus venas, deshollarte viva; y sin embargo sigues deseándolo.

- Es terrible, de verdad –dijo Mujer- creo que mi corazón no podría resistirlo nuevamente. La angustia le impedía respirar, el dolor le impedía existir. Incluso ahora, que ha pasado tanto tiempo, puedo sentirlo por las noches como agujas, frías como el hielo.

- Quédate conmigo –le propuso Miedo- y nunca más volveras a sufrir.

- Amor es tan hermoso, tan irresistible. Pero es también tan peligroso.

Miedo sabía que había llegado al centro del asunto, que si jugaba bien sus cartas en este momento, podría quedarse con Mujer.

- ¿Vale la pena entonces, toda una vida de penas, a cambio de un minuto en el paraíso?

El ambiente se sumió en un silencio, Mujer tardó un momento en contestar, pero cuando finalmente lo hizo, no tenía un pensamiento instituido.

- No lo sé.

- ¿Qué quieres entonces? –Preguntó Miedo

- Quiero sanar, de verdad lo necesito. Quiero verme en los ojos de Amor. Él todo lo sana.

- Pero Amor todo lo destruye, y mucho más de lo que sana.

Hubo nuevamente un silencio. Mujer sabía que Miedo tenía razón, sentía que poco a poco le ganaba, y que debía hacer algo.

- Es cierto. –dijo finalmente.

- Entonces, no lo desees. Quédate conmigo.

Entonces Mujer finalmente lo comprendió. Tal vez sólo necesitaba Presión para que Razón comience a tomar partido. No podía seguir así. No podía seguir tironeada, entre Miedo y Amor. Debía decidir, ¿quién ganaría a Mujer? ¿quién caería?.

Entonces escucho una voz, que no escuchaba hacía tantísimo tiempo. Era Valentía, que aunque callado, siempre había estado con ella. Era el momento de actuar. Mujer cerro sus ojos y pensó en Amor; en Valentía que le suministró su espada. Abrió sus ojos nuevamente, ahora lo veía muy claro, claro como un lago cristalino en una tarde soleada de verano. Respiro profundamente, pensó que quizá sería la última vez. Asió su espada con fuerza, y al grito de “¡Te mataré Miedo!” arremetió en contra de quien siempre había sido su enemigo
.


Ver Parte II

Soundtrack


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