12 de septiembre de 2009

Amanece

El reino animal se rige por relaciones de dominación y poder. No importan los premios y castigos, los sentimientos, nada de eso. Para que una relación entre dos seres humanos sea exitosa debe haber éxito en la aplicación del poder por parte de uno. Por supuesto que como no hay dos personalidades iguales en la humanidad, siempre se trata de una relación de poder asimétrica donde uno lo ejerce más eficientemente sobre el otro.

Hoy salí a manejar por el barrio,
estacioné solita y me salió bien, pero me transpiré toda. Después estuve leyendo al denso de McQuail. Estaba a punto de quedarme dormida mientras tomaba mate en la cama. Para despertarme busqué excusas para no leer. Excusas, no sirven; dicen por ahi. Enganché unas hojas, acomodé papeles, encontré algunos asuntos convenientemente pendientes. Y asi apareció de repente mi musa preferida. Estuve leyendo a Platón y su alegoría del sol.

El sol si bien no es la vista es
lo que permite la vista de todas las cosas. El Bien es para la inteligencia como el sol para el mundo tangible. Todo es visible -cognosible- en tanto lo ilumine la luz del sol, del Bien. Existe una belleza, absoluta y eterna, que es bella siempre y para todos y en todas las circunstancias. Pero no es un cuerpo, un rostro, un razonamiento o una ciencia. Nada de eso. Esta belleza es en realidad el bien, ambas son uno.

Volviendo a la idea anterior, hace un tiempo que pienso que debería ser un poco más dominante en algunos ámbitos de mi vida. Cuántas veces pude demostrar mis capacidades de liderazgo en situaciones cotidianas y a la hora de demostrarlo en los asuntos importantes titubeo y dudo. Tal vez sólo necesitaba un guía, un sol, bien absoluto y belleza absoluta, que me iluminara y haga las cosas cognosibles para mí. Dice Fisher "cuando el alumno está preparado el maestro aparece". ¿Será que tengo que percibir y obedecer a las guías? ¿Será tan difícil congeniar mi parte terca y obtusa con la parte que necesita ser guiada para
aprender a guiar? Un poco rebuscado, ¿verdad?

Quizá será porque vivo
en el país de los contrastes que yo soy un contraste en mi misma. Quiero ser dominadora y dominada, burguesía y proletariado, fiscal y juez. Mediodía, medianoche o amanecer. Creo que tengo un nuevo mejor amigo contemporáneo además de Friedrich, más viejo y también alemán, Immanuel. Dice que los humanos percibimos en base a categorías, una de ellas es la de percibir todos los fenómenos del universo como relaciones causales, otra espacio-temporalmente. Quizá sean estas relaciones causales las que originen contadicciones.

El sol del mediodía, medianoche, y a
manecer.
Mejor que dos opciones siempre van a
ser tres.
El amanecer -con perdón de la locación a la que alude fatídica y horrenda- da la bienvenida al sol. Conozco un poco más. No se puede desear lo que no s
e conoce. Quizá lo que encandilada pensé que era el mediodía era en realidad medianoche y ahora que amanece algunas de las cosas que creía percibir bajo la luz de la luna son en realidad diferentes. Quizá cambie la naturaleza del objeto -o sujeto, da igual- de deseo, pero la naturaleza intrínseca del deseo sigue siendo la misma. Aparecen los primeros rayos de sol y da inicio a un nuevo día, un nuevo comienzo.

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