15 de julio de 2010

Crónica de una semana de amor no correspondido

Miércoles
- Sabés creo que me estoy enamorando.
Más tarde ese día, el niño va caminando y la ve en el bar.
- Agus ves esa chica ahí enfrente, va a ser mi novia.
El niño debía cruzar la calle y casi lo pisa un auto. La chica desde enfrente sonríe.
- ¿Crees que se dio cuenta?
- Si más vale boludo. Bueno, eso a las mujeres nos agranda los egos.
- Genial entonces.

Jueves
Misma escena, pero esta vez el niño casi provoca un choque de autos visto que iba manejando en lugar de caminando.

Viernes
El niño tirado en la cama boca abajo como cualquier lector puede imaginar una situación en la que se refleja a sí mismo, parecido estúpidamente.
- ¿Por qué no le decís?
- No puedo, no quiero perderla como amiga, y ella no me da bola.
- Vale la pena intentarlo
- Pero ella es buena chica y yo la quiero mucho, mirá si no vuelve a hablarme.
Más tarde ese día.
- Yupi voy a salir con mi novia
- ¿Ya te dijo que sí? Sos un genio, groso, te re felicito.
- No bueno, en realidad no le dije nada.
Así salieron y fueron a apostar al Blackjack.

Sábado
De nuevo iban a salir, a una cosa extraña, una especie de fiesta hippie en la playa. Yo no estaba invitada, pero bueno. Se les acabó la nafta del barquito, durmieron en carpa, se empaparon, resfriaron y nunca llegaron a la fiesta. Cosas de la vida.

Domingo
- ¿Y te la comiste ayer?
- No, pero casi.

Lunes
La chica lo llama. El chico ilusionado sale de la cocina para hablar tranquilamente. Corta y vuelve con cara de niño de ocho años al que le regalan un cachorrito.
- Sabés, cada vez que me llama me deja medio pelotudo.

Martes
La chica viene a almorzar con nosotros. Cuando ella va a la cocina, nosotros nos quedamos en el living me dice:
- Me gusta. Me encanta, ¿sabés, qué le voy a hacer? No me da bola.
Sonríe con esa típica cara de niño en navidad.

Miércoles
También viene a almorzar y se queda un rato por la tarde, porque se había olvidado sus llaves adentro de su casa, y no había nadie para abrirle la puerta. Los señores de la casa cocinaban y las mujeres observábamos satisfechas. Recuerdo haberle dicho a la chica
- Guau, dos hombres cocinando y lavando y tres chicas mirando, no es algo usual de ver. Voy a conservar este recuerdo.
- Sacale una foto.
Todos nos reímos. Luego comemos y pasamos una tarde agradable y divertida. Más tarde el niño vuelve a tirarse en la cama boca abajo, ojos cerrados, en profunda meditación.
- La odio.
- ¿Eh? ¿No te gusta más?
- No, no me gusta más. La odio.
- Eso no te lo crees ni vos.
- Pero después yo me engancho y ella no me da bola y la paso mal. Yo no quiero pasarla mal.
- ¡Pare de sufrir! (me río, él esboza una sonrisita).
- Es justamente por eso que quiero que no me guste, que quiero odiarla.
- Pero no la odiás.
- No.
- Te quiero.
- Yo también. Me duele la espalda.
- ¿Necesitás algo?
- No gracias.
Entonces me fui de la habitación, dejándolo en profunda meditación. No volvimos a hablar de ella. Me intriga saber como sigue su historia.

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